martes, 23 de diciembre de 2014

TRAVESÍA QUERADA DEL TORO-SAN LORENZO PARTE II

Día 3, Agua!
La Noche había sido inmejorable el cansancio derroto a la mayoría de los caminantes y ni sus camas de piedras desnivelada en medio del camino, el intensivo viento que sopló durante la noche no fue suficiente para perturbar el descanso, el sueño de los trekkers…. teníamos un plan y para cumplirlo había que descansar y levantarse temprano. La primera en despertar fue Mary quien se despedia de nosotros por no contar con mucho tiempo para seguir caminando, ese mismo día tenía que presentarse a trabajar y para ello tomaría un sendero hacia la ruta para conectarse hacia la ciudad, 6am ya estaba despierta, 7am ya estaba marchando hacia su nuevo rumbo, nos quedábamos sin la gran ayuda de nuestra caminante local, su experiencia, humildad, capacidad nos llenaba de admiración en cada parada; “nos vemos en Salta el Martes así tomamos algo nos dijo” y arranco.
Levantamos campamento con tal agilidad que luego de una hora ya estábamos listo para comenzar a caminar, hidratación, baño, equipo preparado a marchar! A solo 30 minutos de caminata llegamos a la confluencia del río Bravo con otro que desconocíamos su nombre. A solo 100m campamento nos encontramos con un rancho deshabitado con un espacio verde y suave donde pudimos armar el campamento la noche anterior pero con la oscuridad no logramos ver, el camino era sencillo, único no había forma de perderse, pero la decisión de no cruzar el río de noche y acampar cerca del agua creíamos que era la mejor.  Llegamos al punto donde los caminos se desviaban acompañados de un sol radiante, caluroso que al parecer nos acosaría toda la jornada, hicimos la primer parada para quitarnos los abrigo, remeras era la mejor opción para no volver a sufrir el sofocón que nos dio esos 30´de caminata. Paramos en el camino mientras intentaba encontrar el rumbo en el GPS y algún poblador que ratificara que la dirección que este aparatito indicaba. Subimos hasta el puesto de salud a la otra orilla del río y mientras se armaba un pequeño descanso con Martin fuimos al encuentro de un sr. Flores, creo que se llamaba así, quien con suma amabilidad nos señalaba que estábamos en el camino correcto, su relato parecía sencillo; caminas hasta la playita, ves la casa, subís la quebrada, cruzas por el abra de Limachi, bajas un poco hasta encontrarte con un puesto y de ahí a la lagunita…Martin copiaba parte del mensaje y yo parte del otro, una forma de hablar muy distinta a la nuestra, había que buscar la forma de retener el máximo de información posible. El sendero era el correcto pero las dudas de la simpleza del camino  resonaban con gran incertidumbre, nos despedimos de nuestro informante a quien interrumpimos su visita al baño, agradecimos su tiempo y sus deseos de que nos vaya bien en el día. Bajamos nuevamente hacia el arroyo y a solo unos metros salimos a un pequeño establo donde Jimena Cruz (10 años aproximadamente) y su hermano (6 años aproximadamente), se sorprendían de nuestro aparición, evidentemente poca gente pasaba por ahí, poca gente con aspecto de mochilero y eso les llamo la atención, firmes como soldaditos en fila, nos saludaron gentilmente mencionando sus nombres y apellido, consultamos que hacían, dónde iban?, cuánto tiempo? A lo cual respondían enérgicamente Sí o No!...nos despedimos de ellos y con la buena noticia de tener rumbo confirmado salimos río arriba. Mochila montada sobre los hombros, ajustes del cinturón, botellas cargadas, gorros, lentes, buff, guantes, bastones todo, todo  estaba listo para marchar hacia la quebrada que nos ascendería nuevamente a otro cerro. A pocos pasos de caminar una polvareda se acercaba hacia nosotros cortamos el paso y nos paramos al costado del camino, con mucha curiosidad vimos pasar 3 a 4 caballos montados cada uno por 2 a 3 personas!!...bajaban hacia confluencia para encontrarse con los niños Cruz y de ahí seguir camino hacia la escuela, era lunes!, comienzo de clases y los chicos montados en sus transportes vestían sus prendas gastadas por la vida de montaña, opacadas por la exposición al sol, caras curtidas pero sonrientes nos saludaban con mucha curiosidad, se los notaba felices por el día de inicio y sorprendidos a la vez por encontrar en medio de camino a unos cuantos extraños con mochilas gigantes rumbo hacia no saben dónde.
Nuevamente en marcha nos dábamos cuenta que la relación con nuestra mochila había mejorado, que la lucha entablada los días anteriores no tenía sentido y que había que llegar a un acuerdo, te aflojo el peso a cambio de que me des un respiro!!!, me sueltes los hombros y no me quemes la espalda!, ese fue nuestro pedido!, el cual no siempre fue bien recibido por el inerte bolso; a veces quemaba y otras ni existía, en ocasiones quitarse la mochila nos daba la sensación de que una parte de nuestro cuerpo nos faltaba, que una sensación de liviandad era imposible en este lugar, entonces en vez de quitarnos las mochilas en esos gloriosos 10 minutos de descanso reposábamos sobre ella, la abrazamos, la abrimos, la cerramos, limpiamos buscando un poco de compasión en ella, algo de compañerismo!!!, después de todo ella sin nosotros no llegaría nunca a destino y aunque las ganas de revolearla seducía hasta el más fuerte nosotros tampoco llegaríamos sin ella, sin su valiosa carga. Nos abrigaba, nos alimentaba, nos daba de beber, nos guardaba materiales indispensables para poder seguir, con lo cual su poder sobre nosotros era más que dominante, había que llevarla!.
Luego de una hora de caminata llegamos a una playita donde parecía estar la subida, no había marcas de camino o huellas de personas, paramos a descansar y Gaby se ofreció como voluntario para ver si el camino pasaba por ahí, el calor era sofocante y cada pausa era más que necesaria para reponerse, usar ese tiempo para seguir caminando fue un gran gesto aceptado por la mayoría. Gabriel volvió a los pocos minutos concluyendo en que el camino no seguía por ahí, había algunas huellas pero estas se perdían en los matorrales. De pie nuevamente y con mucho esfuerzo seguimos río arriba intentando encontrar un sendero para poder caminar con el menor esfuerzo posible. Un andar silencioso se apodero del grupo mientras los lentes, sombreros, gorros ocultaban el cansancio de nuestros rostros. Continuamos la marcha entre piedras sueltas, redondeadas, puntiagudas de todos los tamaños, colores, formas un andar muy difícil que demandaba extrema concentración para no accidentarnos con una caída, los pies dolían y las piernas pedían a gritos salir de ese ancho río que apenas llevaba un chorrito de agua, demasiado caudal de piedras pero muy poca agua. Caminamos, caminamos hasta encontrar un rancho habitado al otro lado del río, había que ir a preguntar si estábamos acertados en nuestro andar. El grupo se sentó en entre la piedras a refugiarse del sol mientras consultaba al dueño del rancho si estábamos bien orientados?, la respuesta fue positiva!. Sí están bien!! Pero la subida al abra la pasaron hace un kilómetro tienen que regresar nos dijo el baqueano hijo de Don Flores, quien vive en confluencia. La noticia tenía su lado bueno; estábamos orientados, pero su lado malo era desalentador y había que compensarlo; volver por el mismo camino feo, accidentado desmoronaría al más entusiasta, había que hacerlo, si o si!!!....entonces se me ocurrió plantear la noticia desde el “tenemos que volver, pero cuando lleguemos al camino almorzamos y hacemos una mini siesta”. Ni yo creía lo de la siesta pero tenía que intentarlo, caminamos hasta la playita que antes habíamos pasado, nos instalamos sacamos las rapiditas, jugo, atún, pate, twistos y a reponer energías, había que levantar el ánimo ya que nos esperaba una subida larga y desconocida. Sabíamos cuanto había que subir, pero no de qué forma….estábamos cansados y el sol seguramente nos aplastaría toda la tarde, era mediodía y a la sombra seguíamos sofocados, (pensar que 15 días atrás toda esa zona se había cubierto de nieve por una ola de frío que había azotado a Salta) estábamos preparados para el frío, pero no tanto para semejante calor!.
El cansancio físico nos juega en contra muchas veces, el calor, el hambre, la sed, el dolor hacer que nuestra fortaleza se doblegue…era la primera experiencia de este tipo para la mayoría de los chicos y verdaderamente lo estaban haciendo con terrible entereza. Había que seguir y para ello necesitábamos gran parte de nuestras fuerzas, Gaby se quiso disculpar porque desde su punto de vista no logro ver el camino y caminamos demás a causa de ello, por supuesto que no tenía la culpa!!, era un camino difícil, había que barrer todo el arroyo entre matorrales y piedras. No habían culpables, asi es la montaña y las dificultades no se notan hasta que aarecen…luego de tener un almuerzo y descanso reparador ya estaba mejor para comenzar a subir.
El calor seguía siendo envolvente, el sol estaba muy arriba, había que salir si o si o la noche nos sorprendería sobre el filo. Ya almorzados, hidratados, descansados nos propusimos seguir andando dispuestos a iniciar la subida. Nuevamente la siesta había sido un pendiente a conseguir y la deuda se mantendría vigente. Ya todos de pie, con la mochila calzada con un rostro de poco entusiasmo, nos pusimos en marcha, en general en el momento de arrancar todos se dan una palabra de aliento, un empujo, una palmada un indicador más que valioso para ver el estado de cada uno, al parecer Betty no estaba entera, habían sido unas horas difícil por el camino, el calor, el cansancio, sin considerar la lucha que venía librando ella cometí el error de subestimar su mochila con un “esto no pesa nada Betty”, que en situación normal para cualquier otro caminante, para ella misma, en otro contexto hubiese sido una respuesta graciosa o desafiante, pero en este caso solo tales palabras aumentaron el peso sobre su espalda, su lucha emocional contra lo nuevo, lo arriesgado, lo vertiginoso venía siendo favorable, pero los desafíos eran constantes y las respuestas debían ser inmediatas. Momento más que desafortunado para desestabilizar la fortaleza que había obtenido junto a su mochila, la subida era dolorosa, calurosa e interminable, entre pastizales, polvo y piedras sueltas sentíamos que nuestro cuerpo se calcinaba en cada paso, la deshidratación eran constante al punto que al cerrar la marcha (ultimo en la fila) podía ver en el camino, entre el polvo, rastros de sudor regado en el sendero, alguno de los chicos estaba perdiendo mucha agua dejando gotas de sudor a lo largo del camino, no teníamos demasiadas opciones contra el calor, paramos, nos hidratábamos y seguíamos. Un camino árido, desnivelado, difícil de recorrer.  A esa hora del día el sol no daba tregua, nos exprimía, nos doblegaba, apenas unos pobres árboles, despojados de hojas, nos daban un poco de sombra y un espacio para desplomar nuestros agotados cuerpos, el evidente desgaste de cada uno ya no se ocultaba, había mucho camino por seguir subiendo, para que luchar por ocultar algo?, algo que entre un grupo de personas, con las mismas emociones, dificultades, situaciones podía ser normal, todos estábamos cansados, acusando dolores varios casi al borde del cansancio extremo y lo que todo ello implica, agregado a eso  el agua que teníamos era muy poca a pesar de que veníamos racionando y llegar a conseguirla era de suma urgencia.
El recuerdo de la primer subida de dos días atrás se sentía maximizado; Gabriel sentía el cansancio en sus piernas mientras que su corazón se aceleraba rápidamente; Luciana eligió el silencio aunque su andar no era el mismo, su cuerpo mostraban fatiga en sus pasos temblorosos a cada paso se notaba el temblequeo en sus gemelos; Martin acusaba un dolor en su aductor producto del cansancio, Betty no hablaba pero su rostro decía todo, evidentemente su carga había aumentado enormemente desde el almuerzo en el arroyo y solo ella podía descargar tal peso, Emi también marchaba en silencio, su urgencia por terminar dicho esfuerzo lo ponía adelante del grupo junto a Vicky que al parecer buscaba lo mismo también con indicios de fatiga general que acusaba en sus breves parada, iba adelante y gozaba de una ventaja sobre los demás con  muchos breves descansos acostada sobre su mochila. Llegamos casi a las 17hs a una quebrada que zigzagueaba entre unos árboles, al frente se veía un rancho y un aire de alivio vino sobre todo el grupo, la posibilidad de encontrar agua estaba presente, la marcha volvió a tomar vida en un sendero que después de mucho tiempo dejo de subir mostrándose algo más amistoso con sus caminantes, la sombra de los árboles, la casa, una senda sin dificultades “agua” nos devolvía vitalidad para encarar lo que al parecer sería la última parte de la subida. Llegamos al rancho, lo rodeamos, gritamos, observamos cada rincón sin encontrar vestigios de agua, habían botellas, mangueras, baldes pero ni un poco del preciado líquido; un golpe muy duro para el momento que estábamos pasando, la noticia de no encontrar agua era una posibilidad, pero la ilusión es inevitable vivirla….
Había que recuperar energías, vitalidad, voluntad para seguir subiendo, sin agua de reserva era una tarea muy difícil y había que encontrar la forma de compensarlo. El cansancio aplaca nuestros sentidos, caminamos muchas horas del día mirando hacia el piso, pocas paradas, poco tiempo para apreciar el paisaje, mientras más cansado menos miramos hacia arriba, más duro se hacia nuestro andar y frente a situaciones difíciles como esta mayor desgaste producíamos…El plan era al abra, poder ver que había del otro lado y proyectar la ruta a seguir, teníamos que seguir subiendo porque la luz se terminaba pero el escenario que nos daba ese lugar nos invitaba a sentarnos a descansar, no podíamos pasar por ese lugar mirando el piso y para compensar el esfuerzo nos recostamos sobre una meseta, de espaldas al abra,  con una vista panorámica inmejorable, las mejores fotos del viaje fueron tomadas ahí,  el sol se filtraba entre las capas de montañas, podíamos ver a lo lejos como el sol se iba perdiendo en la parte más alta del cerro, donde hace dos días tocábamos el cielo en el abra de la cruz. Nos tiramos a descansar, comer, tomar agua y chequear como seguiríamos, hacia donde debíamos caminar.
Teníamos que encontrar el abra de Limachi, un abra es la parte más baja de un filo, de frente al filo la parte más baja se veía a la izquierda, frente a nosotros un corral de ovejas nos obligaba a decidir si ir a la izquierda o a la derecha, al parecer el camino más marcado nos llevaba a la izquierda. Comenzamos a subir, nuevamente volvimos al esfuerzo notando que el efecto reparador de la pausa, del paisaje se terminaba a cada paso, estábamos cansados, con poca agua y con la preocupación de que nos sorprendería la noche en el camino. Tardamos varios minutos en llegar al filo, todavía había algo de luz pero el sendero seguía hacia el norte para sorpresa nuestra, ¨nosotros íbamos hacia el Sur¨, subimos a la parte mas alta del filo,  logramos ver  las yungas y la ciudad de Salta muy al fondo….buscamos el rumbo y como todo navegador terrestre el filo siempre es una buena opción, caminamos varios metros sobre el intentando conectar, encontrar el sendero que nos lleve hacia las yungas. La luz del día se iba terminando y mientras el grupo hacia una pausa para abrigarse me adelante para encontrar el sendero, camine hasta la parte más alta para poder ver el camino, todavía algo de luz había y se podía observar por donde seguir, caminamos todos juntos y el filo bajaba hacia una quebrada, con árboles, pastizales hasta un punto donde el filo se convertía en cañadón, muy alto y difícil para seguir bajando. Había sido un día extremadamente largo, estábamos cansados, sin agua, el frio y la noche se nos venía encima, el camino estaba a un cañadón de distancia  y era muy riesgoso seguir bajando por ahí, evidentemente estábamos fuera de rumbo en una zona peligrosa para seguir avanzando,  teníamos que actuar rápidamente con lo poco de luz que todavía nos quedaba y la mejor opción era bajar hasta el corral que se encontraba cerca de la casa para armar campamento ahí. Los chicos mantenían una buena actitud frente a la situación, mostrando a esas horas que todavía podían mantener entereza para afrontar el problema que se nos presentaba, que eran lo suficientemente fuertes para dar un poco más y llegar a un punto más seguro.  Afortunadamente teníamos señal de celular y nuestro apoyo desde Salta (Armando), nos decía que estábamos ubicados, que la mejor opción era bajar y continuar al otro día por el camino que habíamos visto.
Iniciamos el descenso entre pastizales y piedras, hasta ese momento no habíamos tenido necesidad de caminar por fuera del sendero con lo cual nuestro andar fue siempre controlado por los riesgos que esto implicaba,  había que construir un camino y para ello era necesario estar muy concentrados para no fallar en el intento, zigzaguear un poco para luego mantener altura, repetir la operación una y otra vez sin perder de vista el corral que sería nuestra referencia a seguir. Hicimos unos pasos hasta que notamos que Betty se iba retrasando cada vez más, intentamos ayudarla pero su vértigo se apoderaba de ella y a pesar de que lo intentaba no podía avanzar al ritmo requerido…había que buscar otra estrategia que ayudara a ella y al grupo llegar al corral. Hicimos una pausa parados en la falda del cerro en una posición de equilibrio permanente ya que la pendiente del cerro era más que pronunciada,  intentamos mirarnos y tomar una buena decisión. El plan fue separarnos; regresaría con Betty por el camino ya transitado a que se veía más sencillo,  mientras los chicos seguirían bajando por el fuera de pista. Había que actuar antes de que se pusiera completamente oscuro y el paso sería más rápido si solo éramos dos por el camino ya conocido. Martin con Gabriel  se ofrecieron a colaborar pero les pedí que colaboraran con el resto, que hicieran lo que ya sabían hacer para armar el campamento y preparar la llegada de Betty,  les pedí continuaran bajando mientras con el GPS, linterna y mucho cuidado podíamos volver sin grandes dificultades, tardaríamos más sin dudas pero el vértigo se controlaría un poco mejor, frente a la separación se notó la preocupación de todos, Gabriel insistió para acompañar a su esposa y yo insistí para que el bajara junto a los chicos, todos se notaban cansados y frente a la situación había que encontrar un punto de parada de inmediato. Así fue como Martin encaro la bajada junto a Emi, Vicky, Luciana y Gabriel cerrando al final, mientras ellos descendían nosotros volvíamos a subir por el camino más largo, los Handy estaban chequeados, el plan estaba establecido, solo había que llegar al corral para refugiarnos del frio, del viento, de la oscuridad, seguimos subiendo y como todo esfuerzo, sobre todo si es extra, tiene su premio pudimos ver desde lo más alto del filo la Ciudad de Salta iluminada por sus luces nocturnas, no recuerdo si Betty logro apreciar ese instante en su estado de estrés, ver la ciudad a la que deberíamos llegar en un día más de caminata fue un descanso en medio de esa carrera contra la oscuridad. Sabía que los chicos bajaban bien por el camino corto, el camino que hicieron ellos para poder bajar hacia el corral,  la parte más peligrosa la habían sorteado sin problemas, desde arriba podíamos ver sus luces mientras nos comunicábamos por Handy y eso nos tranquilizaba.   
La oscuridad ya estaba en todo el filo, la visibilidad solo alcanzaba a unos dos metros por delante de nuestros pies, había que bajar mirando el piso, barriendo con la luz frontal en busca del mejor camino, la pendiente tenía su dificultad pero el no tener luz significaba una ventaja sobre la profundidad del declive, Betty no podía ver más allá de su linterna y eso aplacaba su vértigo. Un paso por delante del otro fue la consigna, así fuimos bajando mientras intentaba reproducir el mismo sendero por el que habíamos subido, intentaba no improvisar ya que la falda tenía muchas piedras sueltas y polvo que hacía más inestable nuestro descenso. Continuamos bajando por unos minutos y sin esperarlo perdimos la luz de los chicos que estaban bastante más abajo, eso fue desconcertante ya que era la única referencia para establecer el rumbo, no podíamos ver nada y perder esa luz hizo que aumente el nivel de adrenalina sobre nosotros, el GPS nos ubicaba perfectamente, pero uno no navega con una sola referencia, se necesitan dos o tres para dar certeza al paso elegido, agregado a eso no tenía retorno del Handy y el frio se sentía con mayor intensidad.
Parados en el camino intente recuperar un poco de cordura para leer con claridad la situación e intentar resolverla, más relajado la solución fue apareciendo con Martin que nos llegaba desde un poquito más arriba entre las piedras. Un alivio fue ver que él tenía en claro lo que nos quedaba de sendero y entender que perder de vista fue a causa de una gran roca que nos impedía seguir viendo más abajo, un momento difícil de sobrellevar para todos, pero una buena oportunidad para mostrar que con las pocas horas en que todos convivían había un gran espíritu de equipo, una empatía incondicional por el compañero.Una alegría enorme desbordo dentro del corral cuando todos nos encontramos en ese espacio oscuro cercado por paredes de piedras de un metro de alto.  La preocupación reinante se disipo con la alegría de verse nuevamente todos juntos, Betty estaba nuevamente con el grupo y el largo día estaba llegando a su fin.
Ya todos juntos era el momento de enfrentarse a la realidad, era de noche, caminamos muchas horas, estábamos cansados, sin agua, hacia frio, estaba oscuro y había que armar el campamento en un corral de piedras sueltas….inmediatamente se armaron los equipos de trabajo, Emi-Gaby se encargaron de las carpas, Vicky de los interiores, Lu del agua, Martin de la Cocina y Betty se puso a cuidado de nuestra visita felina que no dejaba cocinar a  Martin, ¨un gatito en la montaña¨, mimoso, ronroneante, curioso y muerto de hambre, por esta última razón quedo en custodia de Betty.
Se juntaron todos los recipientes que teníamos; botellas, caramañolas, cantimploras y apenas teníamos 2,5 litros cuando teníamos capacidad para 14 a 15 litros entre todos, era lo que había y teníamos que superarlo!!. Se cocinó con 300mml, nos hidratamos con 1 litro y guardamos el resto para el desayuno. Son muy pocas las oportunidades de pasar por una situación como esta, sed, sed, mucha sed!!!. Un día larguísimo lleno de sensaciones, de emociones y de sacrificio….el grupo que apenas se había formado dos días atrás trabajó como un gran equipo, solidario, compañero, contenedor, divertido!...se había superado un día bastante difícil y nos esperaba otro similar, pero ya con la certeza de que todo sería más fácil si continuábamos así. Un pequeño relax acostado sobre las colchonetas corono la noche con un momento alucinante donde observar las estrellas, las constelaciones que teníamos sobre nosotros fue la actividad, para algunos más alucinante del viaje, luces brillantes depositadas sobre un manto azul oscuro hipnótico escenario que  ayudo a aplacar nuestra excitación y prepararnos para ir a dormir.
Día 4, Buscando el camino.
Última noche en la montaña, los cuerpos se desplomaron en las bolsas debido al cansancio del día, si bien conciliar el sueño fue todo un trabajo debido a la conmoción de algunos cuando este se alcanzó todos descansaron hasta el otro día,  la sensación de sed se dominó bastante bien y al parecer el sorbito de agua de la cena y el café de la mañana sirvió para aliviar esa terrible falta de agua.
El campamento se desarmó rápidamente y en tiempo record estuvimos listo para salir, la ubicación en la que estábamos era conocida solo había que encontrar el sendero que nos llevara a una quebrada, una apacheta y una coincidencia en el rumbo. Caminamos unos 500m por un filo hasta encontrar una apacheta, con un camino que bajaba a una quebrada, bajamos con Martin para convencernos de que era el correcto y luego de descender un poco nos dimos cuenta que era por ahí. Comenzamos a bajar justo cuando el sol llegaba al filo, interrumpiendo el saludo al sol de Lu que se encontraba sentada en posición de buda de cara al saliente, una hermosa imagen para fotografiar  pero era tanta la urgencia por el agua que la foto podía esperar. Caminamos unos cuantos minutos hacia abajo encontrando una pequeña vertiente donde el agua se veía sucia y estancada. Las esperanzas aumentaban con cada paso, el andar se aceleraba porque sabíamos que el agua estaba muy cerca.
Llegamos a una vertiente donde un breve hilito de agua caía sobre una piedra metida en el cerro, era tan delgado que no podíamos poner las cantimploras, así que cortamos una botella y la usamos como canilla para cargar la primer botella de agua, rica, deliciosa, ¨era clara, era vida¨ dice la canción, la mejor del mundo!!!…Nos quedamos en la vertiente unos 30 minutos aproximadamente cargando botellas, bebiendo una, otra y otra vez todo el agua que podíamos. Ya hidratados el ánimo volvía al grupo brindando una marcha más que aceptable para ser el cuarto día de caminata. Caminamos por el fondo de un arroyo  que nos protegía del sol, un sendero amigable con mariposas blancas que revoloteaban alrededor nuestro y en ocasiones se posaban sobre nuestros hombros, seguimos el arroyo hasta llegar a un rancho abandonado donde dos caminos se abrían en distintas direcciones, jugados con el tiempo no teníamos muchas opciones de equivocarnos, por abajo sería más que beneficioso, pero por arriba estaba más visible, transitado…una breve exploración y la decisión fue tomada, habían dudas, claro que sí!! Pero había que actuar  rápidamente y al única forma de quitarnos esa duda era comenzando a caminar…Era medio día y el sol nos aplastaba nuevamente, a pesar de que las mochilas estaba más liviana el cansancio de los días anteriores se sentía enormemente, la subida no era tan empinada comparada con los días anteriores pero las piernas ya no daban más. Nuevamente nos metimos en una marcha lenta, silenciosa, no sabíamos si el camino era el correcto y nos agotábamos a cada paso….pensar en volver a bajar era demoledor, pero era inevitable eludir esa idea, nuestro dominio mental de la situación estaba a punto de quebrar y eso aumentaba el peso sobre nuestros hombros cansados.
No habían muchos indicadores para saber si deberíamos seguir por ahi. Subíamos, subíamos mientras nuestro sudor bajaba por los contornos de nuestro cuerpo hasta llegar al polvoriento sendero . Llegamos al filo, vimos un sendero más transitado, visible que coincidía con el rumbo. Dejamos de subir y de repente aparece el indicio que esperábamos, ¨la laguna¨, llegamos al esperado estanque que nos indicaba la mitad del camino, felizmente estábamos muy adelantados, la decisión fue la correcta y los ánimos del grupo aparecieron nuevamente potenciados frente a la posibilidad de un casi rescate de nuestro amigo Armando, quien nos esperaría en la bajada de San Lorenzo con alguna sorpresa comestible y algo para beber. El sendero se transformó en un camino horizontal que nos metía en las Yungas Salteñas, seguimos por el filo viendo las copas de los árboles, caminamos con alegría fantaseando con lo que Armando nos traería para comer, era evidente la necesidad de ingerir algo distinto, de disfrutar de un descanso, de un final....el cuerpo estaba cansado, sediento, dolorido, hambriento, quería llegar y lo demostraba en cada descanso, cada vez llevaba más trabajo levantarnos del suelo, evidentemente se estaba entregando por adelantado al final esperado….El grupo se separó brevemente en la bajada hacia la quebrada, el entusiasmo por encontrar al salteño acelero nuestro pasos y comenzamos a fluir en el camino, los pies se doblaban, las ramas nos raspaban pero nada importaba….a unos minutos de  llegar aparece Armando, un genio de los genios con su mochila dispuesto a rescatarnos de nuestra hambruna sacando de la misma su equipo de rescate; empanadas y coca cola!!!...un manjar en las Yungas Salteñas, una fiesta en el sendero a San Lorenzo que termino en agradecimientos, halagos y más agradecimientos por la acertada elección de nuestro rescatista que se tomó el día para caminar por sus montañas queridas!!!...con el sabor de las empanadas volvimos a caminar rumbo a San Lorenzo. No completamente satisfechos frente a la panzada que nos dimos seguimos caminando esta vez pensando en la cena, asado, empanadas, cerveza vino, etc. todo lo que se podía comprar pasaba por nuestras mentes.
El final de la travesía estaba a unos minutos y la carga emocional se venía asomando con la llegada a la civilización. Al fin estábamos en San Lorenzo, al fin más de uno de nosotros hacia realidad su sueño de realizarse, de vivir la montaña, de experimentar una aventura superadora, de tomar el riesgo frente a lo desconocido, controlar sus miedos y vivir cada instante con la entrega que la situación requiera….aprender, entender que dentro nuestro estaba todo lo que necesitamos para superar estos 72km en la Puna Salteña, que el ¨sí puedo¨ es más firme si lo hago con un compañero, con un equipo, convencido, con deseo de superarlo, de quererlo, de alcanzarlo…todo absolutamente todo dependió de nosotros, sentirnos realizados por lo vivido en estos cuatro días será una sensación que no debemos olvidar, lo que hicieron, lo compartido, lo superado, los instantes de felicidad, de incertidumbre es algo que no vamos a olvidar.

…no podemos pretender tener éxito del principio, muchas veces en la vida rezamos y esperamos que se nos den las cosas, nos conformamos!, nada está hecho, nada es imposible, ni siquiera lo imposible…todo depende de nuestra voluntad, de esa fuerza que tenemos adentro de decir ¨sí puedo¨ a cada desafío, tenemos el poder cuando estamos convencidos, cuando estamos decididos, cuando de verdad queremos algo…(Tintin Vizentin)
Gracias por la voluntad que le pusieron!




TRAVESÍA QUEBRADA DEL TORO-QUEBRADA DE SAN LORENZO (SALTA 2014)

Una vez más salimos a la montaña!!!… Así nos despedimos brevemente de Buenos Aires el 18 de julio rumbo a Salta, hacia una nueva aventura, a un nuevo lugar; con un grupo de personas que por primera vez visitarían una montaña en situación de mochileros, los cuales con mucho entusiasmo y muy poca experiencia  se sumaban a esta travesía en las alturas salteñas…
Con solo 25 días de anticipación se formó el grupo de caminantes:  alumnos y conocidos de ellos, con muy poca experiencia, pero con un entusiasmo por hacer y vivir algo nuevo que complementaría esa falta; todos con una aptitud física comprobada en sus largos días de entrenamiento grupales y grandes indicios actitudinales necesarios para sobrellevar unos días de experiencias agrestes…  comportamiento más que importante para predecir que sus días en las alturas sean superados con integridad, asegurando un bienestar para cada uno y para sus compañeros de caminata.
 El lugar a visitar, la Quebrada del Toro, también era nuevo…. Los datos reunidos indicaban que sería un trayecto sencillo de hacer, sin grandes dificultades. Salta ofrece lugares muy lindos para recorrer, rincones ancestrales a los cuales únicamente se llega a pie, a fuerza de las piernas, del corazón y de la cabeza…. Se aceptó el desafío y se llevó adelante el proyecto de visitar la Puna e incursionar en sus senderos desconocidos.
La ocasión requirió de una reunión informativa donde se intentó explicar a los osados aventureros sobre las dificultades, equipamiento y preparación para tener una exitosa travesía. Por supuesto todos los datos eran estimativos (subestimados en algunos casos, ya que el lugar nos brindaría una impresión bastante diferente a lo que verdaderamente yo pensaba… sus alturas fueron más altas, sus distancias más largas, sus horas de caminata todavía más extensas).
Salta, Ing. Maury, Quebrada del Toro: una región  árida, de altura expuesta al clima seco de la puna salteña, serían dos días de caminata por filos y quebradas terminando al tercero y cuarto día en una zona selvática de la yunga salteña…..del seco calor de la puna a la humedad de las yungas, con la dificultad de adaptarse al mal de alturas, al calor, al frío y a la escasez de agua…..Muchas variables a planificar para una travesía breve aumentaban la emoción de lo desconocido.
TRAVESIA QUEBRADA DEL TORO-QUEBRADA DE SAN LORENZO
Día 1, El Inicio
El sábado 19 de julio bien temprano, ya estábamos partiendo del Hostal Exxes rumbo a la Quebrada del Toro, Emiliano, Vicky, Bettina, Gabriel,  Martin, Luciana y Mariela, nuestra compañera salteña, se sumó al viaje con el entusiasmo de pasar unos días en la montaña. Lo que para nosotros es una salida de altas expectativas, para ella es un paseo por el parque… Por supuesto su humildad hizo que todos se sientan cómodos con su presencia, la cual nos favoreció gracias a su increíble experiencia. Atrás haian quedado toda la experiencia de Lala y Laura que con un día para el olvido habían perdido en Buenos Aires el día anterior.
A unos 70 kms de la ciudad de Salta, y luego de casi 60 minutos de camioneta, llegamos al puesto de gendarmería ubicado en Ing. Maury, una pequeña estación por el cual pasan las vías del Tren de las Nubes.  Bajamos, calzamos las mochilas, pañuelos, agua, lentes campera, bastones y la infinidad de bártulos que llevaríamos con nosotros los días siguientes. Todo un ritual en absoluto silencio, fueron 10 minutos de mirarnos, sonreírnos, mirar al suelo, la montaña, el compañero y a marchar!!!....Nos sacamos la foto de inicio, nos deseamos suerte, nos registramos y sin tantas vueltas más dimos el primer paso cruzando la ruta y pisando las faldas del cerro.
Quebrada del toro es un corredor muy ancho por donde pasa el Tren de las Nubes, la ruta que nos lleva a las ruinas de Tástil, San Antonio de los Cobres y casi en su final, luego de 300km a Tólar Grande…  Pueblos de altura que resguardan infinidad de actividades para el montañista, lugares que sólo se pueden recorrer con el andar de los pies y la mochila a cuesta cargada de mucha agua.
La cara norte de la quebrada tiene una senda que sube hacia su abra en forma de zigzag, con una tonalidad oscura de piedras grandes que nos brinda un camino ancho y fácil de transitar. Una subida larga, pero tenue que alterna en ocasiones caminos medianamente planos que nos permiten recuperar el aliento y apreciar la cara sur de la quebrada, que pinta el paisaje de un color rojizo-naranja, el cual con las primeras horas del día hacen que el lugar en donde estamos sea el mejor mirador posible.
Eran las 11 de la mañana cuando empezamos a caminar en dirección al Abra de la Virgen.La mañana estaba fría en Ing. Maury; el sol ya estaba cerca de tocar la cara norte y las primeras dudas eran si seguíamos con la campera o ya era momento de desprendernos de ella.
El plan era caminar y ver cómo nos recibía la montaña, encarar la subida y entender que todo lo que teníamos a cuestas lo transportaríamos hasta el último día, ya no había chances de reducirle peso a la mochila… Había que probar lo que teníamos, ver cómo era nuestra relación con el equipo, con la montaña y sobrellevar lo que viniera.
Las primeras sensaciones de ahogo no se hicieron esperar: falta de aire, hiperventilación, calor, dolor muscular, sed, etc. Todo llegaba tan repentino, tan inmediato… como las dudas de saber si esto lo podía hacer, si realmente estaba preparado física y mentalmente para subir esta cuesta…. Un súbito aumento de la frecuencia cardiaca (potenciado por una breve sordera producto de la altura) era una nueva y extraña sensación, pocas veces experimentada por la mayoría. Nuestro corazón estaba a punto de salirse del pecho… un golpeteo vigoroso!!... como si quisiera pedir permiso para salir….toc-toc-TOC-TOC!!!!!....Cada vez con más fuerza intentaba demostrar que ahí estaba él, que si no aflojaba sonaría más fuerte y se haría escuchar!!!
La subida continuaba, las piernas se endurecían y también acusaban cansancio; los dolores se hacían presente… la mochila mostraba su rebeldía y presionaba sobre los hombros dando inicio a una lucha difícil de ganar…
Sólo habían pasado 40 minutos de subida y nuestro estado era terrible, nada se ajustaba, todo costaba cada vez más... ¿Dónde me metí… qué estoy haciendo? ¿Voy a poder?.... Preguntas y preguntas aparecían en ese momento… a ninguna  podíamos darle respuesta. Dudas y más dudas se hacían presente… había que luchar contra ellas y alejarlas de nuestras mentes...
Paso a paso la montaña no cedía, el cuerpo se fatigaba y los pensamientos negativos se apoderaban de nuestra voluntad; todo parecería extremadamente duro….Los minutos pasaban y cada caminante intentaba ganar su lucha... ¿Cuánto más, qué tan largo? Las miradas se cruzaban, los gestos de desconcierto aparecían en cada curva hacia arriba … Vamos!!!, eran mis palabras…
Una y otra y otra vez los alentaba a seguir, a olvidar lo que les estaba pasando; a disociar nuestra mente de lo que acontecía en nuestro cuerpo… que comprendieran que esto era normal y que pronto el organismo se vería obligado a aclimatarse. Había que aguantar, había que  seguir…
Se planteó una estrategia: 50 minutos de marcha por 10 de descanso. Gaby ocupó el rol de administrar los tiempos por ser el único con reloj (grave error de parte mía de no llevar el propio) con lo cual fue el receptor permanente de los benditos “¿cuánto falta? ¿cuánto queda? ¿cuándo paramos?”….

Así pasaron unas tres horas hasta que llegamos al Abra de la Virgen. Nos despedíamos de la Quebrada del Toro para ver desde muy, muy arriba, allá lejos el paraje Inca-Huasi (Inca Grande).
Llegamos a una pirca, un pequeño santuario para venerar a la tierra y pedir permiso para transitarla… Una breve parada para picar algo y a empezar a bajar al fin. La felicidad de ver que ya no había que seguir subiendo se notó inmediatamente: del desalentador andar hacia arriba se pasó a un alegre transitar por la senda… Ahí estaba el destino! A la vista del grupo, el objetivo era andarlo y llegar a un sitio que nos brinde suficiente agua para armar nuestro campamento.
Iniciamos la marcha rumbo noroeste por un camino entre cardones, polvos, piedras… con un sendero ondulante que se amoldaba a las curvas del cerro.
Caminamos varias horas viendo a lo lejos las ruinas incas… Marchamos, marchamos pero el campamento no parecía estar más cerca…al contrario, las horas pasaban y la senda no terminaba…. Por momentos el sendero era sumamente estrecho y vertiginoso donde solo se podía marchar de  a una persona, la estrategia en esos tramos fue caminar uno muy pegado al otro para brindar seguridad, ya que verdaderamente este se encontraba muy elevado en relación al fondo de la quebrada.
El calor persistía y la sensación de sed iba en aumento, la pregunta de todo el grupo giraba en torno a ¿Habrá agua en el campamento?...
Nos deteníamos según nuestra estrategia y mirábamos lo más lejos que podíamos, intentando ver un hilo de agua, un arroyo, un charco….Había que encontrar agua para acampar y la única forma de saberlo era acercarnos a las ruinas.
Al fin llegamos hasta ellas, caminamos unos metros más y junto a un puesto abandonado armamos nuestro primer campamento a las 18hs… Hora del día más que aceptable para llegar, acomodar nuestro equipo, comenzar a cocinar, disfrutar de un campamento de montaña… y hasta de un reconfortante café capuchino!
Todo se estaba dando según lo planeado, el grupo había marchado con gran desempeño y adaptación en su primer día de trekking.
El clima resultó inmejorable, noche fría, despejada,  sin viento. Nos albergamos en un rincón del rancho abandonado donde cada uno desplegó su mayor ingenio para armar la carpa, cocinar, conseguir agua, avivar un fogón, etc… Una velada imponente con algo de música, sonrisas, palabras y silencios bajo un manto de estrellas más que admirable.
Día 2, sube, sube!
Una mañana no tan fría, sin viento y con un alentador indicio de que el día sería maravilloso. Las primeras risas desde el interior de las carpas no se hicieron esperar; una noche entre unas apretadas lonas devela rápidamente  nuestro dormir, nuestros ruidos y costumbres nocturnas….Risas y más risas, gritos, saludos de buenos días se mezclaban en el amanecer de Inca Huasi.  Buenos días!!, Arriba!! Desayuno, un pasivo desarmado del campamento acompañado de una actitud más que positiva para encarar el día de marcha… Al parecer, el trayecto sería largo con lo cual la decisión de salir temprano resultaba acertada…
 Una breve visita a una ruina, el Sillón del Inca (construcción que data de unos 500 años con un extraño sillón de piedra encastrado en la pared con  forma de trono), que invitaba a sentarnos y sentirse emperador, rey, jefe por un ratito…para la foto, que no podríamos difundir ya que sin intenciones estábamos colaborando al deterioro de dicha ruina… Nos dejamos llevar por el entusiasmo.
Era hora de seguir, paso rápido hacia el camino y desde ahí hacia el  Abra de la Cruz, confluencia de los ríos bravos y el campamento. Parecía poco 14km; era el plan… El día nos diría si así sería!
Entre vueltas y vueltas salimos una hora más tarde de lo programado. Caminamos por un sendero bien marcado rumbo norte a paso controlado como soldaditos hacia la guerra; el agua estaba garantizada para la primera parte del camino: un sendero a 3000 msm agradable de transitar.
Por momentos calor, por momentos frío, íbamos subiendo levemente hasta alcanzar el Abra de la Cruz donde llegaríamos a lo más alto de la travesía, lo más cerca del cielo, lo más cerca de sentirnos volar.
El abra es un paso entre dos cerros, dos cumbres o bien la parte más baja de un filo, un pasaje que nos permitía cruzar hacia otra cara de la montaña sin necesidad de llegar muy arriba, un punto muy alto que nos permitía ver filos de montañas algo más bajas, cumbres, valles, etc.
Por segunda vez superaríamos los 3300msm... Desde allí podíamos ver hacia dónde íbamos esa jornada; estábamos tan alto que el paisaje se perdía frente a nuestros ojos… al parecer bien a lo lejos podía apreciarse la ciudad de Salta, lo que indicaba que el rumbo seguido era el correcto.
Caminamos por el abra y luego de unos minutos iniciamos un descenso pronunciado hacia un cuenco en la falda del cerro. Era nuestra primer bajada abrupta entre un sallar -camino de piedras sueltas-… Momento de usar bastones y de dominar nuestro equipo en una posición más que desfavorable.
Los primeros pasos fueron lentos, cautelosos, hasta ganar confianza y conseguir un paso ligero acompañado por el envión que nos daba esa gran pendiente… Dedos apretados, dolor de rodilla, un poquito de vértigo y ya nos encontrábamos en  un pequeño valle que separaba dos cerros bien altos enfrentados entre sí.
Ya era pasado el mediodía; el plan apuntaba a encontrar algo más de agua y disfrutar un rico almuerzo en un puesto que divisamos desde lo alto del abra: un rancho humilde construido con piedra y barro habitado por la familia Padilla, curiosamente igual que mi apellido!!!
Ladridos, perros, sonidos de vida nos decían que la casa estaba habitada. Nos presentamos con la Sra. Padilla y el Sr. Cruz, una niña y algunas gallinas y perros que merodeaban por el puesto. Sorprendidos por la cordialidad y predisposición comenzamos a ofrecer parte de nuestra comida: salamines, atún, chocolate, golosinas… Todo era válido para aliviar peso y responder al grato recibimiento de la familia.
Nos sentamos un rato entre las piedras de la casa mientras la Sra. Padilla nos invitaba papas andinas y queso de oveja, una rareza irresistible en nuestro menú diario. Papas evidentemente hervidas con cáscara y todo!!!...Un mordisco, dos y al tercero un pequeño detalle asomaba entre las huellas que iban dejando nuestro dientes; para la sorpresa de todos algunos pequeños gusanos aparecían en esa delicia… Miradas cruzadas, breves comentarios y mucha actitud para continuar con lo que se había iniciado. Era eso o la repetida porción de salamín ya conocida... Sabíamos que en estos lugares los alimentos eran difíciles de conseguir, así que con un poco de sutil delicadeza quitamos tales molestias y continuamos con la operación...Al fin y al cabo, estaban más que sabrosas!!....
Nos despedimos de la familia, desprendimos a Betty de su charla con nuestros anfitriones y -luego de fracasar una posible negociación por unas mulas- continuamos el camino hacia el valle del río Bravo. Caminamos una hora más hasta dar vuelta sobre el cerro que antes veíamos de frente; llegamos a un mirador muy alto que nos permitía divisar a lo lejos, muy lejos la ciudad de Salta. En línea recta, la calculábamos a unos 20km aproximadamente y desde donde estábamos era más que seguro encontrar señal de celular… así fue que luego de comprobar que en Buenos Aires todo marchaba bien, que nada había cambiado en dos días, comenté a los chicos dicho privilegio.
Mensajes de whatsapp, texto, face, llamados, correos, fotos, todo, todo nos devolvía un poco a la civilización. Unos minutos de euforia comunicacional y a seguir!!!!....
Ya veíamos el río y su confluencia, que nos brindaría agua para acampar, el sitio elegido para pasar la noche.  La experiencia del día anterior nos decía que debíamos andar muchas horas hasta llegar al lugar. Divisar el final del camino puede resultar desalentador si sobredimensionamos nuestro entusiasmo… La paciencia, el control, la resistencia serían las cualidades necesarias para llegar al final de la jornada… Un duro camino de bajada hacia la confluencia de dos ríos  nos estaba esperando.
Iniciamos el descenso intentando encontrar el sendero adecuado, bajando entre piedras cubiertas de estepa tratando de decidir entre el camino largo y seguro o el vertiginoso y rápido. En esta ocasión, el primero sería el elegido.
Caminamos en dirección al rio mientras veíamos un largo filo que comenzaba en nuestros pies y terminaba a orillas del río, allá… muy a lo lejos. El descenso zigzagueaba entre pastizales, piedras, huellas de animales...  demasiadas señales para parecer un paraje tan solitario.
 A unos minutos de caminata comenzó el ladrido de unos perros, dos pequeñas mascotas que ladraban furiosamente mientras nos acercábamos a una vivienda. Mientras más cerca, más intensificaban sus ladridos!!! Ladraban y miraban hacia adentro de la casa como avisando que alguien se aproximaba y que esperaban instrucciones de cómo recibirnos.
Como era de suponer, el primer grito de “quieto!” no se hizo esperar… Tímidamente se fue asomando una mujer de unos 60 años aproximadamente que, con su presencia, convirtió a esas dos fieras en dulces mascotas juguetonas, inquietas y necesitadas de caricias… Ahora movían sus colas con tanto entusiasmo que acariciarlos era una tentación.
El descenso continuó luego de unos minutos de charla con doña Cruz; había que seguir ya que la luz del día se iba acabando mientras el sol comenzaba a perderse en los filos por donde habíamos caminado horas atrás…
 A pocos minutos de marcha nos cruzamos con un jinete, el  esposo de doña Cruz, que venía del río donde había dejado a sus nietos para que al otro día fueran al colegio.
 Increíble forma de vida! Luego de dos semanas de pasar sus vacaciones en el puesto de sus abuelos, en el medio de los cerros, los chicos hacían una jornada a caballo para pasar 15 días en una escuela de montaña donde concurrían niños de todas las edades, de todos los parajes, a estudiar.
Moría por ver ese lugar, la escuela, cómo funcionaba y por supuesto, conocer a sus educadores; quizás al charlar con ellos podría desechar cualquier malestar que me causa la vida mundana en la ciudad. Me hubiese gustado apreciarlos y entender un poco más  cómo se vive en la montaña.
Volviendo a Don Cruz, se lo veía muy contento (algo entonado quizás)...Sonreía e inspiraba confianza… “La vida es corta” decía y nos invitaba a seguir charlando. Entre risas y frases, nos fue indicando lentamente por dónde continuaba el camino.
Lamentablemente no teníamos mucha luz para seguir escuchando sus interesantes palabras, con lo cual decidimos proseguir viaje, mientras  arriesgábamos nuestras propias conclusiones acerca  del estado de nuestro ocasional encuentro con este jinete tan particular… el color de su piel ¿se debía a su exposición al sol… o acaso venía medio mamado??!!
Seguimos bajando por una estrecha y profunda huella que apenas nos permitía maniobrar nuestros pies, puesto que el fondo se encontraba llena de piedras sueltas….
Ya se estaba acabando el día y la mochila pesaba, los pies dolían, las piernas se arrastraban cada vez más, el frío, la oscuridad nos iba atrapando y eso hacia aumentar nuestro ritmo de marcha de forma inconsciente… La necesidad de llegar se hacía notar a cada paso; ya estábamos a la altura del río pero no veíamos el agua, lo  escuchábamos correr con fuerza pero ya no podíamos distinguirlo.
El camino se perdía entre matorrales que tornaban nuestro andar todavía más difícil. Por primera vez el grupo se separaba para agilizar el campamento, con lo cual los más ligeros de ese día se adelantaron unos cuantos metros… Sabíamos que la noche nos sorprendería y dispusimos ese plan para encarar la situación.
Martin, Emiliano, Gabriel y María fueron los que avanzaron; las comunicaciones por radio eran frecuentes; queríamos dejar de caminar y para ello deberíamos encontrar agua.
Caminamos… Caminamos hasta que las linternas se hicieron protagonista, la marcha, silenciosa y el sendero comenzó a tomar curvas confundiendo el rumbo. Bajamos la velocidad y con paso más cauteloso fuimos uniendo el camino que los chicos recorrieron adelante.
Vicky, Lu y Betty venían parejas, sin complicaciones más que el cansancio normal de la jornada; la certeza de saber que faltaba poco y la lucha por resistir favorecía a los caminantes… Había que seguir, seguir hasta encontrar agua!
Llevábamos ya casi dos horas en la oscuridad cuando el mensaje de Martin resonó en el handy: “Encontramos un arroyo!!!”... La respuesta fue inmediata… “Acampemos!!!”.
Con la noticia de que nuestro andar finalizaría en breve, todo fue más sencillo. A pesar de no poder ver los rostros de los chicos, se notaba en su tono de voz un alivio, una alegría por saber que el día terminaría en corto tiempo.
Llegamos a la orilla de un arroyo aproximadamente a las 20hs. En medio del camino, buscamos lugar para acampar sin alejarnos demasiado… y a pesar de recorrer varios metros no logramos encontrar un espacio aceptable. La única opción era armar las carpas en el medio del sendero, en su parte más ancha: un lugar muy accidentado, piedras, matorrales, desniveles…
Sin muchas vueltas y luego de correr varias piedras para “nivelar” el terreno, armamos campamento casi de inmediato! El cansancio era notorio, (ya muchos pies daban señales de  molestas ampollas) casi nos obligamos a cocinar, abrigarnos y cenar. Había que hacerlo y de manera rápida ya que la temperatura bajaba con velocidad.
Cenamos muy próximos, tomamos algo calentito y sin demasiado ritual nocturno fuimos a dormir en medio del camino a casi 3 kilómetros del destino programado… Cansados pero satisfechos por conseguir adaptarnos un día más a las dificultades que nos proponía la puna salteña.
Día 3, Agua!
La Noche había sido inmejorable el cansancio derroto a la mayoría de los caminantes y ni sus camas de piedras desnivelada en medio del camino, el intensivo viento que sopló durante la noche no fue suficiente para perturbar el descanso, el sueño de los trekkers…. teníamos un plan y para cumplirlo había que descansar y levantarse temprano. La primera en despertar fue Mary quien se despedia de nosotros por no contar con mucho tiempo para seguir caminando, ese mismo día tenía que presentarse a trabajar y para ello tomaría un sendero hacia la ruta para conectarse hacia la ciudad, 6am ya estaba despierta, 7am ya estaba marchando hacia su nuevo rumbo, nos quedábamos sin la gran ayuda de nuestra caminante local, su experiencia, humildad, capacidad nos llenaba de admiración en cada parada; “nos vemos en Salta el Martes así tomamos algo nos dijo” y arranco.
Levantamos campamento con tal agilidad que luego de una hora ya estábamos listo para comenzar a caminar, hidratación, baño, equipo preparado a marchar! A solo 30 minutos de caminata llegamos a la confluencia del río Bravo con otro que desconocíamos su nombre. A solo 100m campamento nos encontramos con un rancho deshabitado con un espacio verde y suave donde pudimos armar el campamento la noche anterior pero con la oscuridad no logramos ver, el camino era sencillo, único no había forma de perderse, pero la decisión de no cruzar el río de noche y acampar cerca del agua creíamos que era la mejor.  Llegamos al punto donde los caminos se desviaban acompañados de un sol radiante, caluroso que al parecer nos acosaría toda la jornada, hicimos la primer parada para quitarnos los abrigo, remeras era la mejor opción para no volver a sufrir el sofocón que nos dio esos 30´de caminata. Paramos en el camino mientras intentaba encontrar el rumbo en el GPS y algún poblador que ratificara que la dirección que este aparatito indicaba. Subimos hasta el puesto de salud a la otra orilla del río y mientras se armaba un pequeño descanso con Martin fuimos al encuentro de un sr. Flores, creo que se llamaba así, quien con suma amabilidad nos señalaba que estábamos en el camino correcto, su relato parecía sencillo; caminas hasta la playita, ves la casa, subís la quebrada, cruzas por el abra de Limachi, bajas un poco hasta encontrarte con un puesto y de ahí a la lagunita…Martin copiaba parte del mensaje y yo parte del otro, una forma de hablar muy distinta a la nuestra, había que buscar la forma de retener el máximo de información posible. El sendero era el correcto pero las dudas de la simpleza del camino  resonaban con gran incertidumbre, nos despedimos de nuestro informante a quien interrumpimos su visita al baño, agradecimos su tiempo y sus deseos de que nos vaya bien en el día. Bajamos nuevamente hacia el arroyo y a solo unos metros salimos a un pequeño establo donde Jimena Cruz (10 años aproximadamente) y su hermano (6 años aproximadamente), se sorprendían de nuestro aparición, evidentemente poca gente pasaba por ahí, poca gente con aspecto de mochilero y eso les llamo la atención, firmes como soldaditos en fila, nos saludaron gentilmente mencionando sus nombres y apellido, consultamos que hacían, dónde iban?, cuánto tiempo? A lo cual respondían enérgicamente Sí o No!...nos despedimos de ellos y con la buena noticia de tener rumbo confirmado salimos río arriba. Mochila montada sobre los hombros, ajustes del cinturón, botellas cargadas, gorros, lentes, buff, guantes, bastones todo, todo  estaba listo para marchar hacia la quebrada que nos ascendería nuevamente a otro cerro. A pocos pasos de caminar una polvareda se acercaba hacia nosotros cortamos el paso y nos paramos al costado del camino, con mucha curiosidad vimos pasar 3 a 4 caballos montados cada uno por 2 a 3 personas!!...bajaban hacia confluencia para encontrarse con los niños Cruz y de ahí seguir camino hacia la escuela, era lunes!, comienzo de clases y los chicos montados en sus transportes vestían sus prendas gastadas por la vida de montaña, opacadas por la exposición al sol, caras curtidas pero sonrientes nos saludaban con mucha curiosidad, se los notaba felices por el día de inicio y sorprendidos a la vez por encontrar en medio de camino a unos cuantos extraños con mochilas gigantes rumbo hacia no saben dónde.
Nuevamente en marcha nos dábamos cuenta que la relación con nuestra mochila había mejorado, que la lucha entablada los días anteriores no tenía sentido y que había que llegar a un acuerdo, te aflojo el peso a cambio de que me des un respiro!!!, me sueltes los hombros y no me quemes la espalda!, ese fue nuestro pedido!, el cual no siempre fue bien recibido por el inerte bolso; a veces quemaba y otras ni existía, en ocasiones quitarse la mochila nos daba la sensación de que una parte de nuestro cuerpo nos faltaba, que una sensación de liviandad era imposible en este lugar, entonces en vez de quitarnos las mochilas en esos gloriosos 10 minutos de descanso reposábamos sobre ella, la abrazamos, la abrimos, la cerramos, limpiamos buscando un poco de compasión en ella, algo de compañerismo!!!, después de todo ella sin nosotros no llegaría nunca a destino y aunque las ganas de revolearla seducía hasta el más fuerte nosotros tampoco llegaríamos sin ella, sin su valiosa carga. Nos abrigaba, nos alimentaba, nos daba de beber, nos guardaba materiales indispensables para poder seguir, con lo cual su poder sobre nosotros era más que dominante, había que llevarla!.
Luego de una hora de caminata llegamos a una playita donde parecía estar la subida, no había marcas de camino o huellas de personas, paramos a descansar y Gaby se ofreció como voluntario para ver si el camino pasaba por ahí, el calor era sofocante y cada pausa era más que necesaria para reponerse, usar ese tiempo para seguir caminando fue un gran gesto aceptado por la mayoría. Gabriel volvió a los pocos minutos concluyendo en que el camino no seguía por ahí, había algunas huellas pero estas se perdían en los matorrales. De pie nuevamente y con mucho esfuerzo seguimos río arriba intentando encontrar un sendero para poder caminar con el menor esfuerzo posible. Un andar silencioso se apodero del grupo mientras los lentes, sombreros, gorros ocultaban el cansancio de nuestros rostros. Continuamos la marcha entre piedras sueltas, redondeadas, puntiagudas de todos los tamaños, colores, formas un andar muy difícil que demandaba extrema concentración para no accidentarnos con una caída, los pies dolían y las piernas pedían a gritos salir de ese ancho río que apenas llevaba un chorrito de agua, demasiado caudal de piedras pero muy poca agua. Caminamos, caminamos hasta encontrar un rancho habitado al otro lado del río, había que ir a preguntar si estábamos acertados en nuestro andar. El grupo se sentó en entre la piedras a refugiarse del sol mientras consultaba al dueño del rancho si estábamos bien orientados?, la respuesta fue positiva!. Sí están bien!! Pero la subida al abra la pasaron hace un kilómetro tienen que regresar nos dijo el baqueano hijo de Don Flores, quien vive en confluencia. La noticia tenía su lado bueno; estábamos orientados, pero su lado malo era desalentador y había que compensarlo; volver por el mismo camino feo, accidentado desmoronaría al más entusiasta, había que hacerlo, si o si!!!....entonces se me ocurrió plantear la noticia desde el “tenemos que volver, pero cuando lleguemos al camino almorzamos y hacemos una mini siesta”. Ni yo creía lo de la siesta pero tenía que intentarlo, caminamos hasta la playita que antes habíamos pasado, nos instalamos sacamos las rapiditas, jugo, atún, pate, twistos y a reponer energías, había que levantar el ánimo ya que nos esperaba una subida larga y desconocida. Sabíamos cuanto había que subir, pero no de qué forma….estábamos cansados y el sol seguramente nos aplastaría toda la tarde, era mediodía y a la sombra seguíamos sofocados, (pensar que 15 días atrás toda esa zona se había cubierto de nieve por una ola de frío que había azotado a Salta) estábamos preparados para el frío, pero no tanto para semejante calor!.
El cansancio físico nos juega en contra muchas veces, el calor, el hambre, la sed, el dolor hacer que nuestra fortaleza se doblegue…era la primera experiencia de este tipo para la mayoría de los chicos y verdaderamente lo estaban haciendo con terrible entereza. Había que seguir y para ello necesitábamos gran parte de nuestras fuerzas, Gaby se quiso disculpar porque desde su punto de vista no logro ver el camino y caminamos demás a causa de ello, por supuesto que no tenía la culpa!!, era un camino difícil, había que barrer todo el arroyo entre matorrales y piedras. No habían culpables, asi es la montaña y las dificultades no se notan hasta que aarecen…luego de tener un almuerzo y descanso reparador ya estaba mejor para comenzar a subir.
El calor seguía siendo envolvente, el sol estaba muy arriba, había que salir si o si o la noche nos sorprendería sobre el filo. Ya almorzados, hidratados, descansados nos propusimos seguir andando dispuestos a iniciar la subida. Nuevamente la siesta había sido un pendiente a conseguir y la deuda se mantendría vigente. Ya todos de pie, con la mochila calzada con un rostro de poco entusiasmo, nos pusimos en marcha, en general en el momento de arrancar todos se dan una palabra de aliento, un empujo, una palmada un indicador más que valioso para ver el estado de cada uno, al parecer Betty no estaba entera, habían sido unas horas difícil por el camino, el calor, el cansancio, sin considerar la lucha que venía librando ella cometí el error de subestimar su mochila con un “esto no pesa nada Betty”, que en situación normal para cualquier otro caminante, para ella misma, en otro contexto hubiese sido una respuesta graciosa o desafiante, pero en este caso solo tales palabras aumentaron el peso sobre su espalda, su lucha emocional contra lo nuevo, lo arriesgado, lo vertiginoso venía siendo favorable, pero los desafíos eran constantes y las respuestas debían ser inmediatas. Momento más que desafortunado para desestabilizar la fortaleza que había obtenido junto a su mochila, la subida era dolorosa, calurosa e interminable, entre pastizales, polvo y piedras sueltas sentíamos que nuestro cuerpo se calcinaba en cada paso, la deshidratación eran constante al punto que al cerrar la marcha (ultimo en la fila) podía ver en el camino, entre el polvo, rastros de sudor regado en el sendero, alguno de los chicos estaba perdiendo mucha agua dejando gotas de sudor a lo largo del camino, no teníamos demasiadas opciones contra el calor, paramos, nos hidratábamos y seguíamos. Un camino árido, desnivelado, difícil de recorrer.  A esa hora del día el sol no daba tregua, nos exprimía, nos doblegaba, apenas unos pobres árboles, despojados de hojas, nos daban un poco de sombra y un espacio para desplomar nuestros agotados cuerpos, el evidente desgaste de cada uno ya no se ocultaba, había mucho camino por seguir subiendo, para que luchar por ocultar algo?, algo que entre un grupo de personas, con las mismas emociones, dificultades, situaciones podía ser normal, todos estábamos cansados, acusando dolores varios casi al borde del cansancio extremo y lo que todo ello implica, agregado a eso  el agua que teníamos era muy poca a pesar de que veníamos racionando y llegar a conseguirla era de suma urgencia.
El recuerdo de la primer subida de dos días atrás se sentía maximizado; Gabriel sentía el cansancio en sus piernas mientras que su corazón se aceleraba rápidamente; Luciana eligió el silencio aunque su andar no era el mismo, su cuerpo mostraban fatiga en sus pasos temblorosos a cada paso se notaba el temblequeo en sus gemelos; Martin acusaba un dolor en su aductor producto del cansancio, Betty no hablaba pero su rostro decía todo, evidentemente su carga había aumentado enormemente desde el almuerzo en el arroyo y solo ella podía descargar tal peso, Emi también marchaba en silencio, su urgencia por terminar dicho esfuerzo lo ponía adelante del grupo junto a Vicky que al parecer buscaba lo mismo también con indicios de fatiga general que acusaba en sus breves parada, iba adelante y gozaba de una ventaja sobre los demás con  muchos breves descansos acostada sobre su mochila. Llegamos casi a las 17hs a una quebrada que zigzagueaba entre unos árboles, al frente se veía un rancho y un aire de alivio vino sobre todo el grupo, la posibilidad de encontrar agua estaba presente, la marcha volvió a tomar vida en un sendero que después de mucho tiempo dejo de subir mostrándose algo más amistoso con sus caminantes, la sombra de los árboles, la casa, una senda sin dificultades “agua” nos devolvía vitalidad para encarar lo que al parecer sería la última parte de la subida. Llegamos al rancho, lo rodeamos, gritamos, observamos cada rincón sin encontrar vestigios de agua, habían botellas, mangueras, baldes pero ni un poco del preciado líquido; un golpe muy duro para el momento que estábamos pasando, la noticia de no encontrar agua era una posibilidad, pero la ilusión es inevitable vivirla….

Había que recuperar energías, vitalidad, voluntad para seguir subiendo, sin agua de reserva era una tarea muy difícil y había que encontrar la forma de compensarlo. El cansancio aplaca nuestros sentidos, caminamos muchas horas del día mirando hacia el piso, pocas paradas, poco tiempo para apreciar el paisaje, mientras más cansado menos miramos hacia arriba, más duro se hacia nuestro andar y frente a situaciones difíciles como esta mayor desgaste producíamos…El plan era al abra, poder ver que había del otro lado y proyectar la ruta a seguir, teníamos que seguir subiendo porque la luz se terminaba pero el escenario que nos daba ese lugar nos invitaba a sentarnos a descansar, no podíamos pasar por ese lugar mirando el piso y para compensar el esfuerzo nos recostamos sobre una meseta, de espaldas al abra,  con una vista panorámica inmejorable, las mejores fotos del viaje fueron tomadas ahí,  el sol se filtraba entre las capas de montañas, podíamos ver a lo lejos como el sol se iba perdiendo en la parte más alta del cerro, donde hace dos días tocábamos el cielo en el abra de la cruz. Nos tiramos a descansar, comer, tomar agua y chequear como seguiríamos, hacia donde debíamos caminar.
Teníamos que encontrar el abra de Limachi, un abra es la parte más baja de un filo, de frente al filo la parte más baja se veía a la izquierda, frente a nosotros un corral de ovejas nos obligaba a decidir si ir a la izquierda o a la derecha, al parecer el camino más marcado nos llevaba a la izquierda. Comenzamos a subir, nuevamente volvimos al esfuerzo notando que el efecto reparador de la pausa, del paisaje se terminaba a cada paso, estábamos cansados, con poca agua y con la preocupación de que nos sorprendería la noche en el camino. Tardamos varios minutos en llegar al filo, todavía había algo de luz pero el sendero seguía hacia el norte para sorpresa nuestra, ¨nosotros íbamos hacia el Sur¨, subimos a la parte mas alta del filo,  logramos ver  las yungas y la ciudad de Salta muy al fondo….buscamos el rumbo y como todo navegador terrestre el filo siempre es una buena opción, caminamos varios metros sobre el intentando conectar, encontrar el sendero que nos lleve hacia las yungas. La luz del día se iba terminando y mientras el grupo hacia una pausa para abrigarse me adelante para encontrar el sendero, camine hasta la parte más alta para poder ver el camino, todavía algo de luz había y se podía observar por donde seguir, caminamos todos juntos y el filo bajaba hacia una quebrada, con árboles, pastizales hasta un punto donde el filo se convertía en cañadón, muy alto y difícil para seguir bajando. Había sido un día extremadamente largo, estábamos cansados, sin agua, el frio y la noche se nos venía encima, el camino estaba a un cañadón de distancia  y era muy riesgoso seguir bajando por ahí, evidentemente estábamos fuera de rumbo en una zona peligrosa para seguir avanzando,  teníamos que actuar rápidamente con lo poco de luz que todavía nos quedaba y la mejor opción era bajar hasta el corral que se encontraba cerca de la casa para armar campamento ahí. Los chicos mantenían una buena actitud frente a la situación, mostrando a esas horas que todavía podían mantener entereza para afrontar el problema que se nos presentaba, que eran lo suficientemente fuertes para dar un poco más y llegar a un punto más seguro.  Afortunadamente teníamos señal de celular y nuestro apoyo desde Salta (Armando), nos decía que estábamos ubicados, que la mejor opción era bajar y continuar al otro día por el camino que habíamos visto.
Iniciamos el descenso entre pastizales y piedras, hasta ese momento no habíamos tenido necesidad de caminar por fuera del sendero con lo cual nuestro andar fue siempre controlado por los riesgos que esto implicaba,  había que construir un camino y para ello era necesario estar muy concentrados para no fallar en el intento, zigzaguear un poco para luego mantener altura, repetir la operación una y otra vez sin perder de vista el corral que sería nuestra referencia a seguir. Hicimos unos pasos hasta que notamos que Betty se iba retrasando cada vez más, intentamos ayudarla pero su vértigo se apoderaba de ella y a pesar de que lo intentaba no podía avanzar al ritmo requerido…había que buscar otra estrategia que ayudara a ella y al grupo llegar al corral. Hicimos una pausa parados en la falda del cerro en una posición de equilibrio permanente ya que la pendiente del cerro era más que pronunciada,  intentamos mirarnos y tomar una buena decisión. El plan fue separarnos; regresaría con Betty por el camino ya transitado a que se veía más sencillo,  mientras los chicos seguirían bajando por el fuera de pista. Había que actuar antes de que se pusiera completamente oscuro y el paso sería más rápido si solo éramos dos por el camino ya conocido. Martin con Gabriel  se ofrecieron a colaborar pero les pedí que colaboraran con el resto, que hicieran lo que ya sabían hacer para armar el campamento y preparar la llegada de Betty,  les pedí continuaran bajando mientras con el GPS, linterna y mucho cuidado podíamos volver sin grandes dificultades, tardaríamos más sin dudas pero el vértigo se controlaría un poco mejor, frente a la separación se notó la preocupación de todos, Gabriel insistió para acompañar a su esposa y yo insistí para que el bajara junto a los chicos, todos se notaban cansados y frente a la situación había que encontrar un punto de parada de inmediato. Así fue como Martin encaro la bajada junto a Emi, Vicky, Luciana y Gabriel cerrando al final, mientras ellos descendían nosotros volvíamos a subir por el camino más largo, los Handy estaban chequeados, el plan estaba establecido, solo había que llegar al corral para refugiarnos del frio, del viento, de la oscuridad, seguimos subiendo y como todo esfuerzo, sobre todo si es extra, tiene su premio pudimos ver desde lo más alto del filo la Ciudad de Salta iluminada por sus luces nocturnas, no recuerdo si Betty logro apreciar ese instante en su estado de estrés, ver la ciudad a la que deberíamos llegar en un día más de caminata fue un descanso en medio de esa carrera contra la oscuridad. Sabía que los chicos bajaban bien por el camino corto, el camino que hicieron ellos para poder bajar hacia el corral,  la parte más peligrosa la habían sorteado sin problemas, desde arriba podíamos ver sus luces mientras nos comunicábamos por Handy y eso nos tranquilizaba.   
La oscuridad ya estaba en todo el filo, la visibilidad solo alcanzaba a unos dos metros por delante de nuestros pies, había que bajar mirando el piso, barriendo con la luz frontal en busca del mejor camino, la pendiente tenía su dificultad pero el no tener luz significaba una ventaja sobre la profundidad del declive, Betty no podía ver más allá de su linterna y eso aplacaba su vértigo. Un paso por delante del otro fue la consigna, así fuimos bajando mientras intentaba reproducir el mismo sendero por el que habíamos subido, intentaba no improvisar ya que la falda tenía muchas piedras sueltas y polvo que hacía más inestable nuestro descenso. Continuamos bajando por unos minutos y sin esperarlo perdimos la luz de los chicos que estaban bastante más abajo, eso fue desconcertante ya que era la única referencia para establecer el rumbo, no podíamos ver nada y perder esa luz hizo que aumente el nivel de adrenalina sobre nosotros, el GPS nos ubicaba perfectamente, pero uno no navega con una sola referencia, se necesitan dos o tres para dar certeza al paso elegido, agregado a eso no tenía retorno del Handy y el frio se sentía con mayor intensidad.
Parados en el camino intente recuperar un poco de cordura para leer con claridad la situación e intentar resolverla, más relajado la solución fue apareciendo con Martin que nos llegaba desde un poquito más arriba entre las piedras. Un alivio fue ver que él tenía en claro lo que nos quedaba de sendero y entender que perder de vista fue a causa de una gran roca que nos impedía seguir viendo más abajo, un momento difícil de sobrellevar para todos, pero una buena oportunidad para mostrar que con las pocas horas en que todos convivían había un gran espíritu de equipo, una empatía incondicional por el compañero.Una alegría enorme desbordo dentro del corral cuando todos nos encontramos en ese espacio oscuro cercado por paredes de piedras de un metro de alto.  La preocupación reinante se disipo con la alegría de verse nuevamente todos juntos, Betty estaba nuevamente con el grupo y el largo día estaba llegando a su fin.
Ya todos juntos era el momento de enfrentarse a la realidad, era de noche, caminamos muchas horas, estábamos cansados, sin agua, hacia frio, estaba oscuro y había que armar el campamento en un corral de piedras sueltas….inmediatamente se armaron los equipos de trabajo, Emi-Gaby se encargaron de las carpas, Vicky de los interiores, Lu del agua, Martin de la Cocina y Betty se puso a cuidado de nuestra visita felina que no dejaba cocinar a  Martin, ¨un gatito en la montaña¨, mimoso, ronroneante, curioso y muerto de hambre, por esta última razón quedo en custodia de Betty.
Se juntaron todos los recipientes que teníamos; botellas, caramañolas, cantimploras y apenas teníamos 2,5 litros cuando teníamos capacidad para 14 a 15 litros entre todos, era lo que había y teníamos que superarlo!!. Se cocinó con 300mml, nos hidratamos con 1 litro y guardamos el resto para el desayuno. Son muy pocas las oportunidades de pasar por una situación como esta, sed, sed, mucha sed!!!. Un día larguísimo lleno de sensaciones, de emociones y de sacrificio….el grupo que apenas se había formado dos días atrás trabajó como un gran equipo, solidario, compañero, contenedor, divertido!...se había superado un día bastante difícil y nos esperaba otro similar, pero ya con la certeza de que todo sería más fácil si continuábamos así. Un pequeño relax acostado sobre las colchonetas corono la noche con un momento alucinante donde observar las estrellas, las constelaciones que teníamos sobre nosotros fue la actividad, para algunos más alucinante del viaje, luces brillantes depositadas sobre un manto azul oscuro hipnótico escenario que  ayudo a aplacar nuestra excitación y prepararnos para ir a dormir.
Día 4, Buscando el camino.
Última noche en la montaña, los cuerpos se desplomaron en las bolsas debido al cansancio del día, si bien conciliar el sueño fue todo un trabajo debido a la conmoción de algunos cuando este se alcanzó todos descansaron hasta el otro día,  la sensación de sed se dominó bastante bien y al parecer el sorbito de agua de la cena y el café de la mañana sirvió para aliviar esa terrible falta de agua.
El campamento se desarmó rápidamente y en tiempo record estuvimos listo para salir, la ubicación en la que estábamos era conocida solo había que encontrar el sendero que nos llevara a una quebrada, una apacheta y una coincidencia en el rumbo. Caminamos unos 500m por un filo hasta encontrar una apacheta, con un camino que bajaba a una quebrada, bajamos con Martin para convencernos de que era el correcto y luego de descender un poco nos dimos cuenta que era por ahí. Comenzamos a bajar justo cuando el sol llegaba al filo, interrumpiendo el saludo al sol de Lu que se encontraba sentada en posición de buda de cara al saliente, una hermosa imagen para fotografiar  pero era tanta la urgencia por el agua que la foto podía esperar. Caminamos unos cuantos minutos hacia abajo encontrando una pequeña vertiente donde el agua se veía sucia y estancada. Las esperanzas aumentaban con cada paso, el andar se aceleraba porque sabíamos que el agua estaba muy cerca.
Llegamos a una vertiente donde un breve hilito de agua caía sobre una piedra metida en el cerro, era tan delgado que no podíamos poner las cantimploras, así que cortamos una botella y la usamos como canilla para cargar la primer botella de agua, rica, deliciosa, ¨era clara, era vida¨ dice la canción, la mejor del mundo!!!…Nos quedamos en la vertiente unos 30 minutos aproximadamente cargando botellas, bebiendo una, otra y otra vez todo el agua que podíamos. Ya hidratados el ánimo volvía al grupo brindando una marcha más que aceptable para ser el cuarto día de caminata. Caminamos por el fondo de un arroyo  que nos protegía del sol, un sendero amigable con mariposas blancas que revoloteaban alrededor nuestro y en ocasiones se posaban sobre nuestros hombros, seguimos el arroyo hasta llegar a un rancho abandonado donde dos caminos se abrían en distintas direcciones, jugados con el tiempo no teníamos muchas opciones de equivocarnos, por abajo sería más que beneficioso, pero por arriba estaba más visible, transitado…una breve exploración y la decisión fue tomada, habían dudas, claro que sí!! Pero había que actuar  rápidamente y al única forma de quitarnos esa duda era comenzando a caminar…Era medio día y el sol nos aplastaba nuevamente, a pesar de que las mochilas estaba más liviana el cansancio de los días anteriores se sentía enormemente, la subida no era tan empinada comparada con los días anteriores pero las piernas ya no daban más. Nuevamente nos metimos en una marcha lenta, silenciosa, no sabíamos si el camino era el correcto y nos agotábamos a cada paso….pensar en volver a bajar era demoledor, pero era inevitable eludir esa idea, nuestro dominio mental de la situación estaba a punto de quebrar y eso aumentaba el peso sobre nuestros hombros cansados.
No habían muchos indicadores para saber si deberíamos seguir por ahi. Subíamos, subíamos mientras nuestro sudor bajaba por los contornos de nuestro cuerpo hasta llegar al polvoriento sendero . Llegamos al filo, vimos un sendero más transitado, visible que coincidía con el rumbo. Dejamos de subir y de repente aparece el indicio que esperábamos, ¨la laguna¨, llegamos al esperado estanque que nos indicaba la mitad del camino, felizmente estábamos muy adelantados, la decisión fue la correcta y los ánimos del grupo aparecieron nuevamente potenciados frente a la posibilidad de un casi rescate de nuestro amigo Armando, quien nos esperaría en la bajada de San Lorenzo con alguna sorpresa comestible y algo para beber. El sendero se transformó en un camino horizontal que nos metía en las Yungas Salteñas, seguimos por el filo viendo las copas de los árboles, caminamos con alegría fantaseando con lo que Armando nos traería para comer, era evidente la necesidad de ingerir algo distinto, de disfrutar de un descanso, de un final....el cuerpo estaba cansado, sediento, dolorido, hambriento, quería llegar y lo demostraba en cada descanso, cada vez llevaba más trabajo levantarnos del suelo, evidentemente se estaba entregando por adelantado al final esperado….El grupo se separó brevemente en la bajada hacia la quebrada, el entusiasmo por encontrar al salteño acelero nuestro pasos y comenzamos a fluir en el camino, los pies se doblaban, las ramas nos raspaban pero nada importaba….a unos minutos de  llegar aparece Armando, un genio de los genios con su mochila dispuesto a rescatarnos de nuestra hambruna sacando de la misma su equipo de rescate; empanadas y coca cola!!!...un manjar en las Yungas Salteñas, una fiesta en el sendero a San Lorenzo que termino en agradecimientos, halagos y más agradecimientos por la acertada elección de nuestro rescatista que se tomó el día para caminar por sus montañas queridas!!!...con el sabor de las empanadas volvimos a caminar rumbo a San Lorenzo. No completamente satisfechos frente a la panzada que nos dimos seguimos caminando esta vez pensando en la cena, asado, empanadas, cerveza vino, etc. todo lo que se podía comprar pasaba por nuestras mentes.
El final de la travesía estaba a unos minutos y la carga emocional se venía asomando con la llegada a la civilización. Al fin estábamos en San Lorenzo, al fin más de uno de nosotros hacia realidad su sueño de realizarse, de vivir la montaña, de experimentar una aventura superadora, de tomar el riesgo frente a lo desconocido, controlar sus miedos y vivir cada instante con la entrega que la situación requiera….aprender, entender que dentro nuestro estaba todo lo que necesitamos para superar estos 72km en la Puna Salteña, que el ¨sí puedo¨ es más firme si lo hago con un compañero, con un equipo, convencido, con deseo de superarlo, de quererlo, de alcanzarlo…todo absolutamente todo dependió de nosotros, sentirnos realizados por lo vivido en estos cuatro días será una sensación que no debemos olvidar, lo que hicieron, lo compartido, lo superado, los instantes de felicidad, de incertidumbre es algo que no vamos a olvidar.


…no podemos pretender tener éxito del principio, muchas veces en la vida rezamos y esperamos que se nos den las cosas, nos conformamos!, nada está hecho, nada es imposible, ni siquiera lo imposible…todo depende de nuestra voluntad, de esa fuerza que tenemos adentro de decir ¨sí puedo¨ a cada desafío, tenemos el poder cuando estamos convencidos, cuando estamos decididos, cuando de verdad queremos algo…(Tintin Vizentin)
Gracias por la voluntad que le pusieron!




miércoles, 19 de marzo de 2014

Travesia Altas Cumbres (Semana Santa 2014)


DETALLE DE EXPEDICION.
Llegar al cerro Champaquí por Villa Alpina es una de las actividades de aventura más tradicionales de Córdoba. En esta ocasión buscaremos llegar desde otra zona, partiendo desde la el encantador pueblo de montana situado a 800msm la cumbrecita para luego encarar rumbo oeste hacia los altos del Chicharrón para girar en dirección sur y dirigirnos hacia el valle de los refugios donde esta nuestro objetivo mayor subir al cerro negro, el desafío esta en llegar al mismo por una zona de difícil navegación, parajes muy amplios con quebradas a evitar intentaremos llegar a los puestos de la zona y desde allí subir al Cerro Negro y contemplar desde otro ángulo al Cerro Champaqui y el paisaje de tras las sierras.
Altas cumbres es una salidad de montana al alcance de todos, sumamente economica y con paisajes muy amplios a disfrutar, no te podes perder de esta escapada a la Montana. 
INICIO DE LA TRAVESIA

El miércoles 16 de marzo salimos desde la terminal de Retiro en el servicio cama ejecutivo de la empresa chevaliert a las 21hs llegando a Villa General Belgrano alrededor de las 8 de la mañana, para combinar con la empresa pájaro blanco que nos lleva hasta La Cumbrecita, llegando a la misma alrededor del mediodía dando inicio a los primeros pasos de nuestra travesía.

1er día: Rumbo Oeste; al llegar a la cumbrecita daremos el inicio a nuestra incursión, caminaremos hacia Casas Viejas para acercarnos a las nacientes de las altas cumbres, en las primeras horas de caminata subiremos de varias horas ya que arrancamos de los 1400msn hacia los altos del chicharrón (9km) están a 1900msm para pasar por el puesto DONA NINA donde consultaremos nuestro camino a seguir, tratando de encontrar el Paso el León (6km) para seguir subiendo hasta los 2200msm, poder acampar en el mismo, entre 14 y 16km a caminar con un tiempo de unas 8 horas de caminata aproximadamente.
2do día: Este día levantamos campamento e iremos en dirección sur hacia el valle de los refugios para acercarnos al puesto Domínguez (11km) manteniéndonos sobre la pampa de achala (2300msm) y hacer base para subir al cerro negro ese día o el siguiente a primera hora unos 11km aproximadamente. Esa noche acampamos cerca del cerro negro o en el puesto  según las condiciones de cansancio o clima se presenten.
3er día: Este día en función del día anterior iremos en dirección a villa alpina, atravesando el valle del refugio nos orientamos rumbo este, tratando de llegar al refugio Moisés López (10km) y pernoctar en el mismo y así saborear de alguna rica cena en el lugar.
4to día: este día iniciamos el regreso hacia villa alpina (6km), luego de unas 3hs llegamos a la misma y decidimos si seguir hasta la cumbrecita (9km más) o bien pedimos un remis desde general Belgrano, llegamos a la villa y disfrutamos de una o dos horas antes de que salga el micro a Bs.As. Llegando a retiro a las seis de la mañana.