Día 3, Agua!
La Noche había sido inmejorable el cansancio derroto a la mayoría de los
caminantes y ni sus camas de piedras desnivelada en medio del camino, el
intensivo viento que sopló durante la noche no fue suficiente para perturbar el
descanso, el sueño de los trekkers…. teníamos un plan y para cumplirlo había
que descansar y levantarse temprano. La primera en despertar fue Mary quien se
despedia de nosotros por no contar con mucho tiempo para seguir caminando, ese
mismo día tenía que presentarse a trabajar y para ello tomaría un sendero hacia
la ruta para conectarse hacia la ciudad, 6am ya estaba despierta, 7am ya estaba
marchando hacia su nuevo rumbo, nos quedábamos sin la gran ayuda de nuestra
caminante local, su experiencia, humildad, capacidad nos llenaba de admiración
en cada parada; “nos vemos en Salta el Martes así tomamos algo nos dijo” y
arranco.
Levantamos campamento con tal agilidad que luego de una hora ya
estábamos listo para comenzar a caminar, hidratación, baño, equipo preparado a
marchar! A solo 30 minutos de caminata llegamos a la confluencia del río Bravo
con otro que desconocíamos su nombre. A solo 100m campamento nos encontramos
con un rancho deshabitado con un espacio verde y suave donde pudimos armar el
campamento la noche anterior pero con la oscuridad no logramos ver, el camino
era sencillo, único no había forma de perderse, pero la decisión de no cruzar
el río de noche y acampar cerca del agua creíamos que era la mejor.
Llegamos al punto donde los caminos se desviaban acompañados de un sol
radiante, caluroso que al parecer nos acosaría toda la jornada, hicimos la
primer parada para quitarnos los abrigo, remeras era la mejor opción para no
volver a sufrir el sofocón que nos dio esos 30´de caminata. Paramos en el
camino mientras intentaba encontrar el rumbo en el GPS y algún poblador que
ratificara que la dirección que este aparatito indicaba. Subimos hasta el
puesto de salud a la otra orilla del río y mientras se armaba un pequeño
descanso con Martin fuimos al encuentro de un sr. Flores, creo que se llamaba
así, quien con suma amabilidad nos señalaba que estábamos en el camino correcto,
su relato parecía sencillo; caminas hasta la playita, ves la casa, subís la
quebrada, cruzas por el abra de Limachi, bajas un poco hasta encontrarte con un
puesto y de ahí a la lagunita…Martin copiaba parte del mensaje y yo parte del
otro, una forma de hablar muy distinta a la nuestra, había que buscar la forma
de retener el máximo de información posible. El sendero era el correcto pero
las dudas de la simpleza del camino resonaban con gran incertidumbre, nos
despedimos de nuestro informante a quien interrumpimos su visita al baño,
agradecimos su tiempo y sus deseos de que nos vaya bien en el día. Bajamos
nuevamente hacia el arroyo y a solo unos metros salimos a un pequeño establo
donde Jimena Cruz (10 años aproximadamente) y su hermano (6 años aproximadamente),
se sorprendían de nuestro aparición, evidentemente poca gente pasaba por ahí,
poca gente con aspecto de mochilero y eso les llamo la atención, firmes como
soldaditos en fila, nos saludaron gentilmente mencionando sus nombres y
apellido, consultamos que hacían, dónde iban?, cuánto tiempo? A lo cual
respondían enérgicamente Sí o No!...nos despedimos de ellos y con la buena
noticia de tener rumbo confirmado salimos río arriba. Mochila montada sobre los
hombros, ajustes del cinturón, botellas cargadas, gorros, lentes, buff,
guantes, bastones todo, todo estaba listo para marchar hacia la quebrada
que nos ascendería nuevamente a otro cerro. A pocos pasos de caminar una
polvareda se acercaba hacia nosotros cortamos el paso y nos paramos al costado
del camino, con mucha curiosidad vimos pasar 3 a 4 caballos montados cada uno
por 2 a 3 personas!!...bajaban hacia confluencia para encontrarse con los niños
Cruz y de ahí seguir camino hacia la escuela, era lunes!, comienzo de clases y
los chicos montados en sus transportes vestían sus prendas gastadas por la vida
de montaña, opacadas por la exposición al sol, caras curtidas pero sonrientes
nos saludaban con mucha curiosidad, se los notaba felices por el día de inicio
y sorprendidos a la vez por encontrar en medio de camino a unos cuantos
extraños con mochilas gigantes rumbo hacia no saben dónde.
Nuevamente en marcha nos dábamos cuenta que la relación con nuestra
mochila había mejorado, que la lucha entablada los días anteriores no tenía
sentido y que había que llegar a un acuerdo, te aflojo el peso a cambio de que
me des un respiro!!!, me sueltes los hombros y no me quemes la espalda!, ese
fue nuestro pedido!, el cual no siempre fue bien recibido por el inerte bolso;
a veces quemaba y otras ni existía, en ocasiones quitarse la mochila nos daba
la sensación de que una parte de nuestro cuerpo nos faltaba, que una sensación
de liviandad era imposible en este lugar, entonces en vez de quitarnos las
mochilas en esos gloriosos 10 minutos de descanso reposábamos sobre ella, la
abrazamos, la abrimos, la cerramos, limpiamos buscando un poco de compasión en
ella, algo de compañerismo!!!, después de todo ella sin nosotros no llegaría
nunca a destino y aunque las ganas de revolearla seducía hasta el más fuerte
nosotros tampoco llegaríamos sin ella, sin su valiosa carga. Nos abrigaba, nos
alimentaba, nos daba de beber, nos guardaba materiales indispensables para
poder seguir, con lo cual su poder sobre nosotros era más que dominante, había
que llevarla!.
Luego de una hora de caminata llegamos a una playita donde parecía estar
la subida, no había marcas de camino o huellas de personas, paramos a descansar
y Gaby se ofreció como voluntario para ver si el camino pasaba por ahí, el
calor era sofocante y cada pausa era más que necesaria para reponerse, usar ese
tiempo para seguir caminando fue un gran gesto aceptado por la mayoría. Gabriel
volvió a los pocos minutos concluyendo en que el camino no seguía por ahí,
había algunas huellas pero estas se perdían en los matorrales. De pie nuevamente
y con mucho esfuerzo seguimos río arriba intentando encontrar un sendero para
poder caminar con el menor esfuerzo posible. Un andar silencioso se apodero del
grupo mientras los lentes, sombreros, gorros ocultaban el cansancio de nuestros
rostros. Continuamos la marcha entre piedras sueltas, redondeadas, puntiagudas
de todos los tamaños, colores, formas un andar muy difícil que demandaba
extrema concentración para no accidentarnos con una caída, los pies dolían y
las piernas pedían a gritos salir de ese ancho río que apenas llevaba un
chorrito de agua, demasiado caudal de piedras pero muy poca agua. Caminamos,
caminamos hasta encontrar un rancho habitado al otro lado del río, había que ir
a preguntar si estábamos acertados en nuestro andar. El grupo se sentó en entre
la piedras a refugiarse del sol mientras consultaba al dueño del rancho si
estábamos bien orientados?, la respuesta fue positiva!. Sí están bien!! Pero la
subida al abra la pasaron hace un kilómetro tienen que regresar nos dijo el
baqueano hijo de Don Flores, quien vive en confluencia. La noticia tenía su
lado bueno; estábamos orientados, pero su lado malo era desalentador y había
que compensarlo; volver por el mismo camino feo, accidentado desmoronaría al
más entusiasta, había que hacerlo, si o si!!!....entonces se me ocurrió
plantear la noticia desde el “tenemos que volver, pero cuando lleguemos al
camino almorzamos y hacemos una mini siesta”. Ni yo creía lo de la siesta pero
tenía que intentarlo, caminamos hasta la playita que antes habíamos pasado, nos
instalamos sacamos las rapiditas, jugo, atún, pate, twistos y a reponer
energías, había que levantar el ánimo ya que nos esperaba una subida larga y
desconocida. Sabíamos cuanto había que subir, pero no de qué forma….estábamos
cansados y el sol seguramente nos aplastaría toda la tarde, era mediodía y a la
sombra seguíamos sofocados, (pensar que 15 días atrás toda esa zona se había
cubierto de nieve por una ola de frío que había azotado a Salta) estábamos
preparados para el frío, pero no tanto para semejante calor!.
El cansancio físico nos juega en contra muchas veces, el calor, el
hambre, la sed, el dolor hacer que nuestra fortaleza se doblegue…era la primera
experiencia de este tipo para la mayoría de los chicos y verdaderamente lo
estaban haciendo con terrible entereza. Había que seguir y para ello
necesitábamos gran parte de nuestras fuerzas, Gaby se quiso disculpar porque
desde su punto de vista no logro ver el camino y caminamos demás a causa de
ello, por supuesto que no tenía la culpa!!, era un camino difícil, había que
barrer todo el arroyo entre matorrales y piedras. No habían culpables, asi es
la montaña y las dificultades no se notan hasta que aarecen…luego de tener un
almuerzo y descanso reparador ya estaba mejor para comenzar a subir.
El calor seguía siendo envolvente, el sol estaba muy arriba, había que
salir si o si o la noche nos sorprendería sobre el filo. Ya almorzados,
hidratados, descansados nos propusimos seguir andando dispuestos a iniciar la
subida. Nuevamente la siesta había sido un pendiente a conseguir y la deuda se
mantendría vigente. Ya todos de pie, con la mochila calzada con un rostro de
poco entusiasmo, nos pusimos en marcha, en general en el momento de arrancar
todos se dan una palabra de aliento, un empujo, una palmada un indicador más
que valioso para ver el estado de cada uno, al parecer Betty no estaba entera,
habían sido unas horas difícil por el camino, el calor, el cansancio, sin
considerar la lucha que venía librando ella cometí el error de subestimar su
mochila con un “esto no pesa nada Betty”, que en situación normal para
cualquier otro caminante, para ella misma, en otro contexto hubiese sido una
respuesta graciosa o desafiante, pero en este caso solo tales palabras
aumentaron el peso sobre su espalda, su lucha emocional contra lo nuevo, lo
arriesgado, lo vertiginoso venía siendo favorable, pero los desafíos eran
constantes y las respuestas debían ser inmediatas. Momento más que
desafortunado para desestabilizar la fortaleza que había obtenido junto a su
mochila, la subida era dolorosa, calurosa e interminable, entre pastizales,
polvo y piedras sueltas sentíamos que nuestro cuerpo se calcinaba en cada paso,
la deshidratación eran constante al punto que al cerrar la marcha (ultimo en la
fila) podía ver en el camino, entre el polvo, rastros de sudor regado en el
sendero, alguno de los chicos estaba perdiendo mucha agua dejando gotas de
sudor a lo largo del camino, no teníamos demasiadas opciones contra el calor,
paramos, nos hidratábamos y seguíamos. Un camino árido, desnivelado, difícil de
recorrer. A esa hora del día el sol no daba tregua, nos exprimía, nos
doblegaba, apenas unos pobres árboles, despojados de hojas, nos daban un poco
de sombra y un espacio para desplomar nuestros agotados cuerpos, el evidente
desgaste de cada uno ya no se ocultaba, había mucho camino por seguir subiendo,
para que luchar por ocultar algo?, algo que entre un grupo de personas, con las
mismas emociones, dificultades, situaciones podía ser normal, todos estábamos
cansados, acusando dolores varios casi al borde del cansancio extremo y lo que
todo ello implica, agregado a eso el agua que teníamos era muy poca a
pesar de que veníamos racionando y llegar a conseguirla era de suma urgencia.
El recuerdo de la primer subida de dos días atrás se sentía maximizado;
Gabriel sentía el cansancio en sus piernas mientras que su corazón se aceleraba
rápidamente; Luciana eligió el silencio aunque su andar no era el mismo, su
cuerpo mostraban fatiga en sus pasos temblorosos a cada paso se notaba el temblequeo
en sus gemelos; Martin acusaba un dolor en su aductor producto del cansancio,
Betty no hablaba pero su rostro decía todo, evidentemente su carga había
aumentado enormemente desde el almuerzo en el arroyo y solo ella podía
descargar tal peso, Emi también marchaba en silencio, su urgencia por terminar
dicho esfuerzo lo ponía adelante del grupo junto a Vicky que al parecer buscaba
lo mismo también con indicios de fatiga general que acusaba en sus breves
parada, iba adelante y gozaba de una ventaja sobre los demás con muchos
breves descansos acostada sobre su mochila. Llegamos casi a las 17hs a una
quebrada que zigzagueaba entre unos árboles, al frente se veía un rancho y un
aire de alivio vino sobre todo el grupo, la posibilidad de encontrar agua estaba
presente, la marcha volvió a tomar vida en un sendero que después de mucho
tiempo dejo de subir mostrándose algo más amistoso con sus caminantes, la
sombra de los árboles, la casa, una senda sin dificultades “agua” nos devolvía
vitalidad para encarar lo que al parecer sería la última parte de la subida.
Llegamos al rancho, lo rodeamos, gritamos, observamos cada rincón sin encontrar
vestigios de agua, habían botellas, mangueras, baldes pero ni un poco del
preciado líquido; un golpe muy duro para el momento que estábamos pasando, la
noticia de no encontrar agua era una posibilidad, pero la ilusión es inevitable
vivirla….
Había que recuperar energías, vitalidad, voluntad para seguir subiendo,
sin agua de reserva era una tarea muy difícil y había que encontrar la forma de
compensarlo. El cansancio aplaca nuestros sentidos, caminamos muchas horas del
día mirando hacia el piso, pocas paradas, poco tiempo para apreciar el paisaje,
mientras más cansado menos miramos hacia arriba, más duro se hacia nuestro
andar y frente a situaciones difíciles como esta mayor desgaste producíamos…El
plan era al abra, poder ver que había del otro lado y proyectar la ruta a
seguir, teníamos que seguir subiendo porque la luz se terminaba pero el
escenario que nos daba ese lugar nos invitaba a sentarnos a descansar, no
podíamos pasar por ese lugar mirando el piso y para compensar el esfuerzo nos
recostamos sobre una meseta, de espaldas al abra, con una vista
panorámica inmejorable, las mejores fotos del viaje fueron tomadas ahí, el
sol se filtraba entre las capas de montañas, podíamos ver a lo lejos como el
sol se iba perdiendo en la parte más alta del cerro, donde hace dos días
tocábamos el cielo en el abra de la cruz. Nos tiramos a descansar, comer, tomar
agua y chequear como seguiríamos, hacia donde debíamos caminar.
Teníamos que encontrar el abra de Limachi, un abra es la parte más baja
de un filo, de frente al filo la parte más baja se veía a la izquierda, frente
a nosotros un corral de ovejas nos obligaba a decidir si ir a la izquierda o a
la derecha, al parecer el camino más marcado nos llevaba a la izquierda.
Comenzamos a subir, nuevamente volvimos al esfuerzo notando que el efecto
reparador de la pausa, del paisaje se terminaba a cada paso, estábamos
cansados, con poca agua y con la preocupación de que nos sorprendería la noche
en el camino. Tardamos varios minutos en llegar al filo, todavía había algo de
luz pero el sendero seguía hacia el norte para sorpresa nuestra, ¨nosotros
íbamos hacia el Sur¨, subimos a la parte mas alta del filo, logramos
ver las yungas y la ciudad de Salta muy al fondo….buscamos el rumbo y
como todo navegador terrestre el filo siempre es una buena opción, caminamos
varios metros sobre el intentando conectar, encontrar el sendero que nos lleve
hacia las yungas. La luz del día se iba terminando y mientras el grupo hacia
una pausa para abrigarse me adelante para encontrar el sendero, camine hasta la
parte más alta para poder ver el camino, todavía algo de luz había y se podía
observar por donde seguir, caminamos todos juntos y el filo bajaba hacia una
quebrada, con árboles, pastizales hasta un punto donde el filo se convertía en
cañadón, muy alto y difícil para seguir bajando. Había sido un día
extremadamente largo, estábamos cansados, sin agua, el frio y la noche se nos
venía encima, el camino estaba a un cañadón de distancia y era muy
riesgoso seguir bajando por ahí, evidentemente estábamos fuera de rumbo en una
zona peligrosa para seguir avanzando, teníamos que actuar rápidamente con
lo poco de luz que todavía nos quedaba y la mejor opción era bajar hasta el
corral que se encontraba cerca de la casa para armar campamento ahí. Los chicos
mantenían una buena actitud frente a la situación, mostrando a esas horas que
todavía podían mantener entereza para afrontar el problema que se nos
presentaba, que eran lo suficientemente fuertes para dar un poco más y llegar a
un punto más seguro. Afortunadamente teníamos señal de celular y nuestro
apoyo desde Salta (Armando), nos decía que estábamos ubicados, que la mejor
opción era bajar y continuar al otro día por el camino que habíamos visto.
Iniciamos el descenso entre pastizales y piedras, hasta ese momento no
habíamos tenido necesidad de caminar por fuera del sendero con lo cual nuestro
andar fue siempre controlado por los riesgos que esto implicaba, había
que construir un camino y para ello era necesario estar muy concentrados para
no fallar en el intento, zigzaguear un poco para luego mantener altura, repetir
la operación una y otra vez sin perder de vista el corral que sería nuestra
referencia a seguir. Hicimos unos pasos hasta que notamos que Betty se iba
retrasando cada vez más, intentamos ayudarla pero su vértigo se apoderaba de
ella y a pesar de que lo intentaba no podía avanzar al ritmo requerido…había
que buscar otra estrategia que ayudara a ella y al grupo llegar al corral.
Hicimos una pausa parados en la falda del cerro en una posición de equilibrio
permanente ya que la pendiente del cerro era más que pronunciada,
intentamos mirarnos y tomar una buena decisión. El plan fue separarnos;
regresaría con Betty por el camino ya transitado a que se veía más sencillo,
mientras los chicos seguirían bajando por el fuera de pista. Había que
actuar antes de que se pusiera completamente oscuro y el paso sería más rápido
si solo éramos dos por el camino ya conocido. Martin con Gabriel se
ofrecieron a colaborar pero les pedí que colaboraran con el resto, que hicieran
lo que ya sabían hacer para armar el campamento y preparar la llegada de Betty,
les pedí continuaran bajando mientras con el GPS, linterna y mucho
cuidado podíamos volver sin grandes dificultades, tardaríamos más sin dudas
pero el vértigo se controlaría un poco mejor, frente a la separación se notó la
preocupación de todos, Gabriel insistió para acompañar a su esposa y yo insistí
para que el bajara junto a los chicos, todos se notaban cansados y frente a la
situación había que encontrar un punto de parada de inmediato. Así fue como
Martin encaro la bajada junto a Emi, Vicky, Luciana y Gabriel cerrando al final,
mientras ellos descendían nosotros volvíamos a subir por el camino más largo,
los Handy estaban chequeados, el plan estaba establecido, solo había que llegar
al corral para refugiarnos del frio, del viento, de la oscuridad, seguimos
subiendo y como todo esfuerzo, sobre todo si es extra, tiene su premio pudimos
ver desde lo más alto del filo la Ciudad de Salta iluminada por sus luces
nocturnas, no recuerdo si Betty logro apreciar ese instante en su estado de
estrés, ver la ciudad a la que deberíamos llegar en un día más de caminata fue
un descanso en medio de esa carrera contra la oscuridad. Sabía que los chicos
bajaban bien por el camino corto, el camino que hicieron ellos para poder bajar
hacia el corral, la parte más peligrosa la habían sorteado sin problemas,
desde arriba podíamos ver sus luces mientras nos comunicábamos por Handy y eso
nos tranquilizaba.
La oscuridad ya estaba en todo el filo, la visibilidad solo alcanzaba a
unos dos metros por delante de nuestros pies, había que bajar mirando el piso,
barriendo con la luz frontal en busca del mejor camino, la pendiente
tenía su dificultad pero el no tener luz significaba una ventaja sobre la
profundidad del declive, Betty no podía ver más allá de su linterna y
eso aplacaba su vértigo. Un paso por delante del otro fue la consigna, así
fuimos bajando mientras intentaba reproducir el mismo sendero por el que
habíamos subido, intentaba no improvisar ya que la falda tenía muchas piedras
sueltas y polvo que hacía más inestable nuestro descenso. Continuamos bajando
por unos minutos y sin esperarlo perdimos la luz de los chicos que estaban
bastante más abajo, eso fue desconcertante ya que era la única referencia para
establecer el rumbo, no podíamos ver nada y perder esa luz hizo que aumente el
nivel de adrenalina sobre nosotros, el GPS nos ubicaba perfectamente, pero uno
no navega con una sola referencia, se necesitan dos o tres para dar certeza al
paso elegido, agregado a eso no tenía retorno del Handy y el frio se sentía con
mayor intensidad.
Parados en el camino intente recuperar un poco de cordura para leer con
claridad la situación e intentar resolverla, más relajado la solución fue
apareciendo con Martin que nos llegaba desde un poquito más arriba entre las
piedras. Un alivio fue ver que él tenía en claro lo que nos quedaba de sendero
y entender que perder de vista fue a causa de una gran roca que nos impedía
seguir viendo más abajo, un momento difícil de sobrellevar para todos, pero una
buena oportunidad para mostrar que con las pocas horas en que todos convivían
había un gran espíritu de equipo, una empatía incondicional por el compañero.Una
alegría enorme desbordo dentro del corral cuando todos nos encontramos en ese
espacio oscuro cercado por paredes de piedras de un metro de alto. La
preocupación reinante se disipo con la alegría de verse nuevamente todos
juntos, Betty estaba nuevamente con el grupo y el largo día estaba llegando a
su fin.
Ya todos juntos era el momento de enfrentarse a la realidad, era de
noche, caminamos muchas horas, estábamos cansados, sin agua, hacia frio, estaba
oscuro y había que armar el campamento en un corral de piedras
sueltas….inmediatamente se armaron los equipos de trabajo, Emi-Gaby se
encargaron de las carpas, Vicky de los interiores, Lu del agua, Martin de la
Cocina y Betty se puso a cuidado de nuestra visita felina que no dejaba cocinar
a Martin, ¨un gatito en la montaña¨, mimoso, ronroneante, curioso y
muerto de hambre, por esta última razón quedo en custodia de Betty.
Se juntaron todos los recipientes que teníamos; botellas, caramañolas,
cantimploras y apenas teníamos 2,5 litros cuando teníamos capacidad para 14 a
15 litros entre todos, era lo que había y teníamos que superarlo!!. Se cocinó
con 300mml, nos hidratamos con 1 litro y guardamos el resto para el desayuno.
Son muy pocas las oportunidades de pasar por una situación como esta, sed, sed,
mucha sed!!!. Un día larguísimo lleno de sensaciones, de emociones y de
sacrificio….el grupo que apenas se había formado dos días atrás trabajó como un
gran equipo, solidario, compañero, contenedor, divertido!...se había superado
un día bastante difícil y nos esperaba otro similar, pero ya con la certeza de
que todo sería más fácil si continuábamos así. Un pequeño relax acostado sobre
las colchonetas corono la noche con un momento alucinante donde observar las
estrellas, las constelaciones que teníamos sobre nosotros fue la actividad,
para algunos más alucinante del viaje, luces brillantes depositadas sobre un
manto azul oscuro hipnótico escenario que ayudo a aplacar nuestra excitación
y prepararnos para ir a dormir.
Día 4, Buscando el camino.
Última noche en la montaña, los cuerpos se desplomaron en las bolsas
debido al cansancio del día, si bien conciliar el sueño fue todo un trabajo
debido a la conmoción de algunos cuando este se alcanzó todos descansaron hasta
el otro día, la sensación de sed se
dominó bastante bien y al parecer el sorbito de agua de la cena y el café de la
mañana sirvió para aliviar esa terrible falta de agua.
El campamento se desarmó rápidamente y en tiempo record estuvimos listo
para salir, la ubicación en la que estábamos era conocida solo había que
encontrar el sendero que nos llevara a una quebrada, una apacheta y una coincidencia
en el rumbo. Caminamos unos 500m por un filo hasta encontrar una apacheta, con
un camino que bajaba a una quebrada, bajamos con Martin para convencernos de
que era el correcto y luego de descender un poco nos dimos cuenta que era por
ahí. Comenzamos a bajar justo cuando el sol llegaba al filo, interrumpiendo el
saludo al sol de Lu que se encontraba sentada en posición de buda de cara al
saliente, una hermosa imagen para fotografiar pero era tanta la urgencia
por el agua que la foto podía esperar. Caminamos unos cuantos minutos hacia
abajo encontrando una pequeña vertiente donde el agua se veía sucia y
estancada. Las esperanzas aumentaban con cada paso, el andar se aceleraba
porque sabíamos que el agua estaba muy cerca.
Llegamos a una vertiente donde un breve hilito de agua caía sobre una
piedra metida en el cerro, era tan delgado que no podíamos poner las
cantimploras, así que cortamos una botella y la usamos como canilla para cargar
la primer botella de agua, rica, deliciosa, ¨era clara, era vida¨ dice la
canción, la mejor del mundo!!!…Nos quedamos en la vertiente unos 30 minutos
aproximadamente cargando botellas, bebiendo una, otra y otra vez todo el agua
que podíamos. Ya hidratados el ánimo volvía al grupo brindando una marcha más
que aceptable para ser el cuarto día de caminata. Caminamos por el fondo de un
arroyo que nos protegía del sol, un sendero amigable con mariposas
blancas que revoloteaban alrededor nuestro y en ocasiones se posaban sobre
nuestros hombros, seguimos el arroyo hasta llegar a un rancho abandonado donde
dos caminos se abrían en distintas direcciones, jugados con el tiempo no
teníamos muchas opciones de equivocarnos, por abajo sería más que beneficioso,
pero por arriba estaba más visible, transitado…una breve exploración y la
decisión fue tomada, habían dudas, claro que sí!! Pero había que actuar
rápidamente y al única forma de quitarnos esa duda era comenzando a caminar…Era
medio día y el sol nos aplastaba nuevamente, a pesar de que las mochilas estaba
más liviana el cansancio de los días anteriores se sentía enormemente, la
subida no era tan empinada comparada con los días anteriores pero las piernas
ya no daban más. Nuevamente nos metimos en una marcha lenta, silenciosa, no
sabíamos si el camino era el correcto y nos agotábamos a cada paso….pensar en
volver a bajar era demoledor, pero era inevitable eludir esa idea, nuestro
dominio mental de la situación estaba a punto de quebrar y eso aumentaba el
peso sobre nuestros hombros cansados.
No habían muchos indicadores para saber si deberíamos seguir por ahi.
Subíamos, subíamos mientras nuestro sudor bajaba por los contornos de nuestro
cuerpo hasta llegar al polvoriento sendero . Llegamos al filo, vimos un sendero
más transitado, visible que coincidía con el rumbo. Dejamos de subir y de
repente aparece el indicio que esperábamos, ¨la laguna¨, llegamos al esperado
estanque que nos indicaba la mitad del camino, felizmente estábamos muy
adelantados, la decisión fue la correcta y los ánimos del grupo aparecieron
nuevamente potenciados frente a la posibilidad de un casi rescate de nuestro
amigo Armando, quien nos esperaría en la bajada de San Lorenzo con alguna
sorpresa comestible y algo para beber. El sendero se transformó en un camino
horizontal que nos metía en las Yungas Salteñas, seguimos por el filo viendo
las copas de los árboles, caminamos con alegría fantaseando con lo que Armando
nos traería para comer, era evidente la necesidad de ingerir algo distinto, de
disfrutar de un descanso, de un final....el cuerpo estaba cansado, sediento,
dolorido, hambriento, quería llegar y lo demostraba en cada descanso, cada vez
llevaba más trabajo levantarnos del suelo, evidentemente se estaba entregando
por adelantado al final esperado….El grupo se separó brevemente en la bajada
hacia la quebrada, el entusiasmo por encontrar al salteño acelero nuestro pasos
y comenzamos a fluir en el camino, los pies se doblaban, las ramas nos raspaban
pero nada importaba….a unos minutos de llegar aparece Armando, un genio
de los genios con su mochila dispuesto a rescatarnos de nuestra hambruna
sacando de la misma su equipo de rescate; empanadas y coca cola!!!...un manjar
en las Yungas Salteñas, una fiesta en el sendero a San Lorenzo que termino en
agradecimientos, halagos y más agradecimientos por la acertada elección de
nuestro rescatista que se tomó el día para caminar por sus montañas
queridas!!!...con el sabor de las empanadas volvimos a caminar rumbo a San
Lorenzo. No completamente satisfechos frente a la panzada que nos dimos seguimos
caminando esta vez pensando en la cena, asado, empanadas, cerveza vino, etc.
todo lo que se podía comprar pasaba por nuestras mentes.
El final de la travesía estaba a unos minutos y la carga emocional se
venía asomando con la llegada a la civilización. Al fin estábamos en San
Lorenzo, al fin más de uno de nosotros hacia realidad su sueño de realizarse,
de vivir la montaña, de experimentar una aventura superadora, de tomar el
riesgo frente a lo desconocido, controlar sus miedos y vivir cada instante con la
entrega que la situación requiera….aprender, entender que dentro nuestro estaba
todo lo que necesitamos para superar estos 72km en la Puna Salteña, que el ¨sí
puedo¨ es más firme si lo hago con un compañero, con un equipo, convencido, con
deseo de superarlo, de quererlo, de alcanzarlo…todo absolutamente todo dependió
de nosotros, sentirnos realizados por lo vivido en estos cuatro días será una
sensación que no debemos olvidar, lo que hicieron, lo compartido, lo superado,
los instantes de felicidad, de incertidumbre es algo que no vamos a olvidar.
…no podemos pretender tener éxito del principio, muchas veces en la vida
rezamos y esperamos que se nos den las cosas, nos conformamos!, nada está
hecho, nada es imposible, ni siquiera lo imposible…todo depende de nuestra
voluntad, de esa fuerza que tenemos adentro de decir ¨sí puedo¨ a cada desafío,
tenemos el poder cuando estamos convencidos, cuando estamos decididos, cuando
de verdad queremos algo…(Tintin Vizentin)
Gracias por la voluntad que le pusieron!