martes, 23 de diciembre de 2014

TRAVESÍA QUERADA DEL TORO-SAN LORENZO PARTE II

Día 3, Agua!
La Noche había sido inmejorable el cansancio derroto a la mayoría de los caminantes y ni sus camas de piedras desnivelada en medio del camino, el intensivo viento que sopló durante la noche no fue suficiente para perturbar el descanso, el sueño de los trekkers…. teníamos un plan y para cumplirlo había que descansar y levantarse temprano. La primera en despertar fue Mary quien se despedia de nosotros por no contar con mucho tiempo para seguir caminando, ese mismo día tenía que presentarse a trabajar y para ello tomaría un sendero hacia la ruta para conectarse hacia la ciudad, 6am ya estaba despierta, 7am ya estaba marchando hacia su nuevo rumbo, nos quedábamos sin la gran ayuda de nuestra caminante local, su experiencia, humildad, capacidad nos llenaba de admiración en cada parada; “nos vemos en Salta el Martes así tomamos algo nos dijo” y arranco.
Levantamos campamento con tal agilidad que luego de una hora ya estábamos listo para comenzar a caminar, hidratación, baño, equipo preparado a marchar! A solo 30 minutos de caminata llegamos a la confluencia del río Bravo con otro que desconocíamos su nombre. A solo 100m campamento nos encontramos con un rancho deshabitado con un espacio verde y suave donde pudimos armar el campamento la noche anterior pero con la oscuridad no logramos ver, el camino era sencillo, único no había forma de perderse, pero la decisión de no cruzar el río de noche y acampar cerca del agua creíamos que era la mejor.  Llegamos al punto donde los caminos se desviaban acompañados de un sol radiante, caluroso que al parecer nos acosaría toda la jornada, hicimos la primer parada para quitarnos los abrigo, remeras era la mejor opción para no volver a sufrir el sofocón que nos dio esos 30´de caminata. Paramos en el camino mientras intentaba encontrar el rumbo en el GPS y algún poblador que ratificara que la dirección que este aparatito indicaba. Subimos hasta el puesto de salud a la otra orilla del río y mientras se armaba un pequeño descanso con Martin fuimos al encuentro de un sr. Flores, creo que se llamaba así, quien con suma amabilidad nos señalaba que estábamos en el camino correcto, su relato parecía sencillo; caminas hasta la playita, ves la casa, subís la quebrada, cruzas por el abra de Limachi, bajas un poco hasta encontrarte con un puesto y de ahí a la lagunita…Martin copiaba parte del mensaje y yo parte del otro, una forma de hablar muy distinta a la nuestra, había que buscar la forma de retener el máximo de información posible. El sendero era el correcto pero las dudas de la simpleza del camino  resonaban con gran incertidumbre, nos despedimos de nuestro informante a quien interrumpimos su visita al baño, agradecimos su tiempo y sus deseos de que nos vaya bien en el día. Bajamos nuevamente hacia el arroyo y a solo unos metros salimos a un pequeño establo donde Jimena Cruz (10 años aproximadamente) y su hermano (6 años aproximadamente), se sorprendían de nuestro aparición, evidentemente poca gente pasaba por ahí, poca gente con aspecto de mochilero y eso les llamo la atención, firmes como soldaditos en fila, nos saludaron gentilmente mencionando sus nombres y apellido, consultamos que hacían, dónde iban?, cuánto tiempo? A lo cual respondían enérgicamente Sí o No!...nos despedimos de ellos y con la buena noticia de tener rumbo confirmado salimos río arriba. Mochila montada sobre los hombros, ajustes del cinturón, botellas cargadas, gorros, lentes, buff, guantes, bastones todo, todo  estaba listo para marchar hacia la quebrada que nos ascendería nuevamente a otro cerro. A pocos pasos de caminar una polvareda se acercaba hacia nosotros cortamos el paso y nos paramos al costado del camino, con mucha curiosidad vimos pasar 3 a 4 caballos montados cada uno por 2 a 3 personas!!...bajaban hacia confluencia para encontrarse con los niños Cruz y de ahí seguir camino hacia la escuela, era lunes!, comienzo de clases y los chicos montados en sus transportes vestían sus prendas gastadas por la vida de montaña, opacadas por la exposición al sol, caras curtidas pero sonrientes nos saludaban con mucha curiosidad, se los notaba felices por el día de inicio y sorprendidos a la vez por encontrar en medio de camino a unos cuantos extraños con mochilas gigantes rumbo hacia no saben dónde.
Nuevamente en marcha nos dábamos cuenta que la relación con nuestra mochila había mejorado, que la lucha entablada los días anteriores no tenía sentido y que había que llegar a un acuerdo, te aflojo el peso a cambio de que me des un respiro!!!, me sueltes los hombros y no me quemes la espalda!, ese fue nuestro pedido!, el cual no siempre fue bien recibido por el inerte bolso; a veces quemaba y otras ni existía, en ocasiones quitarse la mochila nos daba la sensación de que una parte de nuestro cuerpo nos faltaba, que una sensación de liviandad era imposible en este lugar, entonces en vez de quitarnos las mochilas en esos gloriosos 10 minutos de descanso reposábamos sobre ella, la abrazamos, la abrimos, la cerramos, limpiamos buscando un poco de compasión en ella, algo de compañerismo!!!, después de todo ella sin nosotros no llegaría nunca a destino y aunque las ganas de revolearla seducía hasta el más fuerte nosotros tampoco llegaríamos sin ella, sin su valiosa carga. Nos abrigaba, nos alimentaba, nos daba de beber, nos guardaba materiales indispensables para poder seguir, con lo cual su poder sobre nosotros era más que dominante, había que llevarla!.
Luego de una hora de caminata llegamos a una playita donde parecía estar la subida, no había marcas de camino o huellas de personas, paramos a descansar y Gaby se ofreció como voluntario para ver si el camino pasaba por ahí, el calor era sofocante y cada pausa era más que necesaria para reponerse, usar ese tiempo para seguir caminando fue un gran gesto aceptado por la mayoría. Gabriel volvió a los pocos minutos concluyendo en que el camino no seguía por ahí, había algunas huellas pero estas se perdían en los matorrales. De pie nuevamente y con mucho esfuerzo seguimos río arriba intentando encontrar un sendero para poder caminar con el menor esfuerzo posible. Un andar silencioso se apodero del grupo mientras los lentes, sombreros, gorros ocultaban el cansancio de nuestros rostros. Continuamos la marcha entre piedras sueltas, redondeadas, puntiagudas de todos los tamaños, colores, formas un andar muy difícil que demandaba extrema concentración para no accidentarnos con una caída, los pies dolían y las piernas pedían a gritos salir de ese ancho río que apenas llevaba un chorrito de agua, demasiado caudal de piedras pero muy poca agua. Caminamos, caminamos hasta encontrar un rancho habitado al otro lado del río, había que ir a preguntar si estábamos acertados en nuestro andar. El grupo se sentó en entre la piedras a refugiarse del sol mientras consultaba al dueño del rancho si estábamos bien orientados?, la respuesta fue positiva!. Sí están bien!! Pero la subida al abra la pasaron hace un kilómetro tienen que regresar nos dijo el baqueano hijo de Don Flores, quien vive en confluencia. La noticia tenía su lado bueno; estábamos orientados, pero su lado malo era desalentador y había que compensarlo; volver por el mismo camino feo, accidentado desmoronaría al más entusiasta, había que hacerlo, si o si!!!....entonces se me ocurrió plantear la noticia desde el “tenemos que volver, pero cuando lleguemos al camino almorzamos y hacemos una mini siesta”. Ni yo creía lo de la siesta pero tenía que intentarlo, caminamos hasta la playita que antes habíamos pasado, nos instalamos sacamos las rapiditas, jugo, atún, pate, twistos y a reponer energías, había que levantar el ánimo ya que nos esperaba una subida larga y desconocida. Sabíamos cuanto había que subir, pero no de qué forma….estábamos cansados y el sol seguramente nos aplastaría toda la tarde, era mediodía y a la sombra seguíamos sofocados, (pensar que 15 días atrás toda esa zona se había cubierto de nieve por una ola de frío que había azotado a Salta) estábamos preparados para el frío, pero no tanto para semejante calor!.
El cansancio físico nos juega en contra muchas veces, el calor, el hambre, la sed, el dolor hacer que nuestra fortaleza se doblegue…era la primera experiencia de este tipo para la mayoría de los chicos y verdaderamente lo estaban haciendo con terrible entereza. Había que seguir y para ello necesitábamos gran parte de nuestras fuerzas, Gaby se quiso disculpar porque desde su punto de vista no logro ver el camino y caminamos demás a causa de ello, por supuesto que no tenía la culpa!!, era un camino difícil, había que barrer todo el arroyo entre matorrales y piedras. No habían culpables, asi es la montaña y las dificultades no se notan hasta que aarecen…luego de tener un almuerzo y descanso reparador ya estaba mejor para comenzar a subir.
El calor seguía siendo envolvente, el sol estaba muy arriba, había que salir si o si o la noche nos sorprendería sobre el filo. Ya almorzados, hidratados, descansados nos propusimos seguir andando dispuestos a iniciar la subida. Nuevamente la siesta había sido un pendiente a conseguir y la deuda se mantendría vigente. Ya todos de pie, con la mochila calzada con un rostro de poco entusiasmo, nos pusimos en marcha, en general en el momento de arrancar todos se dan una palabra de aliento, un empujo, una palmada un indicador más que valioso para ver el estado de cada uno, al parecer Betty no estaba entera, habían sido unas horas difícil por el camino, el calor, el cansancio, sin considerar la lucha que venía librando ella cometí el error de subestimar su mochila con un “esto no pesa nada Betty”, que en situación normal para cualquier otro caminante, para ella misma, en otro contexto hubiese sido una respuesta graciosa o desafiante, pero en este caso solo tales palabras aumentaron el peso sobre su espalda, su lucha emocional contra lo nuevo, lo arriesgado, lo vertiginoso venía siendo favorable, pero los desafíos eran constantes y las respuestas debían ser inmediatas. Momento más que desafortunado para desestabilizar la fortaleza que había obtenido junto a su mochila, la subida era dolorosa, calurosa e interminable, entre pastizales, polvo y piedras sueltas sentíamos que nuestro cuerpo se calcinaba en cada paso, la deshidratación eran constante al punto que al cerrar la marcha (ultimo en la fila) podía ver en el camino, entre el polvo, rastros de sudor regado en el sendero, alguno de los chicos estaba perdiendo mucha agua dejando gotas de sudor a lo largo del camino, no teníamos demasiadas opciones contra el calor, paramos, nos hidratábamos y seguíamos. Un camino árido, desnivelado, difícil de recorrer.  A esa hora del día el sol no daba tregua, nos exprimía, nos doblegaba, apenas unos pobres árboles, despojados de hojas, nos daban un poco de sombra y un espacio para desplomar nuestros agotados cuerpos, el evidente desgaste de cada uno ya no se ocultaba, había mucho camino por seguir subiendo, para que luchar por ocultar algo?, algo que entre un grupo de personas, con las mismas emociones, dificultades, situaciones podía ser normal, todos estábamos cansados, acusando dolores varios casi al borde del cansancio extremo y lo que todo ello implica, agregado a eso  el agua que teníamos era muy poca a pesar de que veníamos racionando y llegar a conseguirla era de suma urgencia.
El recuerdo de la primer subida de dos días atrás se sentía maximizado; Gabriel sentía el cansancio en sus piernas mientras que su corazón se aceleraba rápidamente; Luciana eligió el silencio aunque su andar no era el mismo, su cuerpo mostraban fatiga en sus pasos temblorosos a cada paso se notaba el temblequeo en sus gemelos; Martin acusaba un dolor en su aductor producto del cansancio, Betty no hablaba pero su rostro decía todo, evidentemente su carga había aumentado enormemente desde el almuerzo en el arroyo y solo ella podía descargar tal peso, Emi también marchaba en silencio, su urgencia por terminar dicho esfuerzo lo ponía adelante del grupo junto a Vicky que al parecer buscaba lo mismo también con indicios de fatiga general que acusaba en sus breves parada, iba adelante y gozaba de una ventaja sobre los demás con  muchos breves descansos acostada sobre su mochila. Llegamos casi a las 17hs a una quebrada que zigzagueaba entre unos árboles, al frente se veía un rancho y un aire de alivio vino sobre todo el grupo, la posibilidad de encontrar agua estaba presente, la marcha volvió a tomar vida en un sendero que después de mucho tiempo dejo de subir mostrándose algo más amistoso con sus caminantes, la sombra de los árboles, la casa, una senda sin dificultades “agua” nos devolvía vitalidad para encarar lo que al parecer sería la última parte de la subida. Llegamos al rancho, lo rodeamos, gritamos, observamos cada rincón sin encontrar vestigios de agua, habían botellas, mangueras, baldes pero ni un poco del preciado líquido; un golpe muy duro para el momento que estábamos pasando, la noticia de no encontrar agua era una posibilidad, pero la ilusión es inevitable vivirla….
Había que recuperar energías, vitalidad, voluntad para seguir subiendo, sin agua de reserva era una tarea muy difícil y había que encontrar la forma de compensarlo. El cansancio aplaca nuestros sentidos, caminamos muchas horas del día mirando hacia el piso, pocas paradas, poco tiempo para apreciar el paisaje, mientras más cansado menos miramos hacia arriba, más duro se hacia nuestro andar y frente a situaciones difíciles como esta mayor desgaste producíamos…El plan era al abra, poder ver que había del otro lado y proyectar la ruta a seguir, teníamos que seguir subiendo porque la luz se terminaba pero el escenario que nos daba ese lugar nos invitaba a sentarnos a descansar, no podíamos pasar por ese lugar mirando el piso y para compensar el esfuerzo nos recostamos sobre una meseta, de espaldas al abra,  con una vista panorámica inmejorable, las mejores fotos del viaje fueron tomadas ahí,  el sol se filtraba entre las capas de montañas, podíamos ver a lo lejos como el sol se iba perdiendo en la parte más alta del cerro, donde hace dos días tocábamos el cielo en el abra de la cruz. Nos tiramos a descansar, comer, tomar agua y chequear como seguiríamos, hacia donde debíamos caminar.
Teníamos que encontrar el abra de Limachi, un abra es la parte más baja de un filo, de frente al filo la parte más baja se veía a la izquierda, frente a nosotros un corral de ovejas nos obligaba a decidir si ir a la izquierda o a la derecha, al parecer el camino más marcado nos llevaba a la izquierda. Comenzamos a subir, nuevamente volvimos al esfuerzo notando que el efecto reparador de la pausa, del paisaje se terminaba a cada paso, estábamos cansados, con poca agua y con la preocupación de que nos sorprendería la noche en el camino. Tardamos varios minutos en llegar al filo, todavía había algo de luz pero el sendero seguía hacia el norte para sorpresa nuestra, ¨nosotros íbamos hacia el Sur¨, subimos a la parte mas alta del filo,  logramos ver  las yungas y la ciudad de Salta muy al fondo….buscamos el rumbo y como todo navegador terrestre el filo siempre es una buena opción, caminamos varios metros sobre el intentando conectar, encontrar el sendero que nos lleve hacia las yungas. La luz del día se iba terminando y mientras el grupo hacia una pausa para abrigarse me adelante para encontrar el sendero, camine hasta la parte más alta para poder ver el camino, todavía algo de luz había y se podía observar por donde seguir, caminamos todos juntos y el filo bajaba hacia una quebrada, con árboles, pastizales hasta un punto donde el filo se convertía en cañadón, muy alto y difícil para seguir bajando. Había sido un día extremadamente largo, estábamos cansados, sin agua, el frio y la noche se nos venía encima, el camino estaba a un cañadón de distancia  y era muy riesgoso seguir bajando por ahí, evidentemente estábamos fuera de rumbo en una zona peligrosa para seguir avanzando,  teníamos que actuar rápidamente con lo poco de luz que todavía nos quedaba y la mejor opción era bajar hasta el corral que se encontraba cerca de la casa para armar campamento ahí. Los chicos mantenían una buena actitud frente a la situación, mostrando a esas horas que todavía podían mantener entereza para afrontar el problema que se nos presentaba, que eran lo suficientemente fuertes para dar un poco más y llegar a un punto más seguro.  Afortunadamente teníamos señal de celular y nuestro apoyo desde Salta (Armando), nos decía que estábamos ubicados, que la mejor opción era bajar y continuar al otro día por el camino que habíamos visto.
Iniciamos el descenso entre pastizales y piedras, hasta ese momento no habíamos tenido necesidad de caminar por fuera del sendero con lo cual nuestro andar fue siempre controlado por los riesgos que esto implicaba,  había que construir un camino y para ello era necesario estar muy concentrados para no fallar en el intento, zigzaguear un poco para luego mantener altura, repetir la operación una y otra vez sin perder de vista el corral que sería nuestra referencia a seguir. Hicimos unos pasos hasta que notamos que Betty se iba retrasando cada vez más, intentamos ayudarla pero su vértigo se apoderaba de ella y a pesar de que lo intentaba no podía avanzar al ritmo requerido…había que buscar otra estrategia que ayudara a ella y al grupo llegar al corral. Hicimos una pausa parados en la falda del cerro en una posición de equilibrio permanente ya que la pendiente del cerro era más que pronunciada,  intentamos mirarnos y tomar una buena decisión. El plan fue separarnos; regresaría con Betty por el camino ya transitado a que se veía más sencillo,  mientras los chicos seguirían bajando por el fuera de pista. Había que actuar antes de que se pusiera completamente oscuro y el paso sería más rápido si solo éramos dos por el camino ya conocido. Martin con Gabriel  se ofrecieron a colaborar pero les pedí que colaboraran con el resto, que hicieran lo que ya sabían hacer para armar el campamento y preparar la llegada de Betty,  les pedí continuaran bajando mientras con el GPS, linterna y mucho cuidado podíamos volver sin grandes dificultades, tardaríamos más sin dudas pero el vértigo se controlaría un poco mejor, frente a la separación se notó la preocupación de todos, Gabriel insistió para acompañar a su esposa y yo insistí para que el bajara junto a los chicos, todos se notaban cansados y frente a la situación había que encontrar un punto de parada de inmediato. Así fue como Martin encaro la bajada junto a Emi, Vicky, Luciana y Gabriel cerrando al final, mientras ellos descendían nosotros volvíamos a subir por el camino más largo, los Handy estaban chequeados, el plan estaba establecido, solo había que llegar al corral para refugiarnos del frio, del viento, de la oscuridad, seguimos subiendo y como todo esfuerzo, sobre todo si es extra, tiene su premio pudimos ver desde lo más alto del filo la Ciudad de Salta iluminada por sus luces nocturnas, no recuerdo si Betty logro apreciar ese instante en su estado de estrés, ver la ciudad a la que deberíamos llegar en un día más de caminata fue un descanso en medio de esa carrera contra la oscuridad. Sabía que los chicos bajaban bien por el camino corto, el camino que hicieron ellos para poder bajar hacia el corral,  la parte más peligrosa la habían sorteado sin problemas, desde arriba podíamos ver sus luces mientras nos comunicábamos por Handy y eso nos tranquilizaba.   
La oscuridad ya estaba en todo el filo, la visibilidad solo alcanzaba a unos dos metros por delante de nuestros pies, había que bajar mirando el piso, barriendo con la luz frontal en busca del mejor camino, la pendiente tenía su dificultad pero el no tener luz significaba una ventaja sobre la profundidad del declive, Betty no podía ver más allá de su linterna y eso aplacaba su vértigo. Un paso por delante del otro fue la consigna, así fuimos bajando mientras intentaba reproducir el mismo sendero por el que habíamos subido, intentaba no improvisar ya que la falda tenía muchas piedras sueltas y polvo que hacía más inestable nuestro descenso. Continuamos bajando por unos minutos y sin esperarlo perdimos la luz de los chicos que estaban bastante más abajo, eso fue desconcertante ya que era la única referencia para establecer el rumbo, no podíamos ver nada y perder esa luz hizo que aumente el nivel de adrenalina sobre nosotros, el GPS nos ubicaba perfectamente, pero uno no navega con una sola referencia, se necesitan dos o tres para dar certeza al paso elegido, agregado a eso no tenía retorno del Handy y el frio se sentía con mayor intensidad.
Parados en el camino intente recuperar un poco de cordura para leer con claridad la situación e intentar resolverla, más relajado la solución fue apareciendo con Martin que nos llegaba desde un poquito más arriba entre las piedras. Un alivio fue ver que él tenía en claro lo que nos quedaba de sendero y entender que perder de vista fue a causa de una gran roca que nos impedía seguir viendo más abajo, un momento difícil de sobrellevar para todos, pero una buena oportunidad para mostrar que con las pocas horas en que todos convivían había un gran espíritu de equipo, una empatía incondicional por el compañero.Una alegría enorme desbordo dentro del corral cuando todos nos encontramos en ese espacio oscuro cercado por paredes de piedras de un metro de alto.  La preocupación reinante se disipo con la alegría de verse nuevamente todos juntos, Betty estaba nuevamente con el grupo y el largo día estaba llegando a su fin.
Ya todos juntos era el momento de enfrentarse a la realidad, era de noche, caminamos muchas horas, estábamos cansados, sin agua, hacia frio, estaba oscuro y había que armar el campamento en un corral de piedras sueltas….inmediatamente se armaron los equipos de trabajo, Emi-Gaby se encargaron de las carpas, Vicky de los interiores, Lu del agua, Martin de la Cocina y Betty se puso a cuidado de nuestra visita felina que no dejaba cocinar a  Martin, ¨un gatito en la montaña¨, mimoso, ronroneante, curioso y muerto de hambre, por esta última razón quedo en custodia de Betty.
Se juntaron todos los recipientes que teníamos; botellas, caramañolas, cantimploras y apenas teníamos 2,5 litros cuando teníamos capacidad para 14 a 15 litros entre todos, era lo que había y teníamos que superarlo!!. Se cocinó con 300mml, nos hidratamos con 1 litro y guardamos el resto para el desayuno. Son muy pocas las oportunidades de pasar por una situación como esta, sed, sed, mucha sed!!!. Un día larguísimo lleno de sensaciones, de emociones y de sacrificio….el grupo que apenas se había formado dos días atrás trabajó como un gran equipo, solidario, compañero, contenedor, divertido!...se había superado un día bastante difícil y nos esperaba otro similar, pero ya con la certeza de que todo sería más fácil si continuábamos así. Un pequeño relax acostado sobre las colchonetas corono la noche con un momento alucinante donde observar las estrellas, las constelaciones que teníamos sobre nosotros fue la actividad, para algunos más alucinante del viaje, luces brillantes depositadas sobre un manto azul oscuro hipnótico escenario que  ayudo a aplacar nuestra excitación y prepararnos para ir a dormir.
Día 4, Buscando el camino.
Última noche en la montaña, los cuerpos se desplomaron en las bolsas debido al cansancio del día, si bien conciliar el sueño fue todo un trabajo debido a la conmoción de algunos cuando este se alcanzó todos descansaron hasta el otro día,  la sensación de sed se dominó bastante bien y al parecer el sorbito de agua de la cena y el café de la mañana sirvió para aliviar esa terrible falta de agua.
El campamento se desarmó rápidamente y en tiempo record estuvimos listo para salir, la ubicación en la que estábamos era conocida solo había que encontrar el sendero que nos llevara a una quebrada, una apacheta y una coincidencia en el rumbo. Caminamos unos 500m por un filo hasta encontrar una apacheta, con un camino que bajaba a una quebrada, bajamos con Martin para convencernos de que era el correcto y luego de descender un poco nos dimos cuenta que era por ahí. Comenzamos a bajar justo cuando el sol llegaba al filo, interrumpiendo el saludo al sol de Lu que se encontraba sentada en posición de buda de cara al saliente, una hermosa imagen para fotografiar  pero era tanta la urgencia por el agua que la foto podía esperar. Caminamos unos cuantos minutos hacia abajo encontrando una pequeña vertiente donde el agua se veía sucia y estancada. Las esperanzas aumentaban con cada paso, el andar se aceleraba porque sabíamos que el agua estaba muy cerca.
Llegamos a una vertiente donde un breve hilito de agua caía sobre una piedra metida en el cerro, era tan delgado que no podíamos poner las cantimploras, así que cortamos una botella y la usamos como canilla para cargar la primer botella de agua, rica, deliciosa, ¨era clara, era vida¨ dice la canción, la mejor del mundo!!!…Nos quedamos en la vertiente unos 30 minutos aproximadamente cargando botellas, bebiendo una, otra y otra vez todo el agua que podíamos. Ya hidratados el ánimo volvía al grupo brindando una marcha más que aceptable para ser el cuarto día de caminata. Caminamos por el fondo de un arroyo  que nos protegía del sol, un sendero amigable con mariposas blancas que revoloteaban alrededor nuestro y en ocasiones se posaban sobre nuestros hombros, seguimos el arroyo hasta llegar a un rancho abandonado donde dos caminos se abrían en distintas direcciones, jugados con el tiempo no teníamos muchas opciones de equivocarnos, por abajo sería más que beneficioso, pero por arriba estaba más visible, transitado…una breve exploración y la decisión fue tomada, habían dudas, claro que sí!! Pero había que actuar  rápidamente y al única forma de quitarnos esa duda era comenzando a caminar…Era medio día y el sol nos aplastaba nuevamente, a pesar de que las mochilas estaba más liviana el cansancio de los días anteriores se sentía enormemente, la subida no era tan empinada comparada con los días anteriores pero las piernas ya no daban más. Nuevamente nos metimos en una marcha lenta, silenciosa, no sabíamos si el camino era el correcto y nos agotábamos a cada paso….pensar en volver a bajar era demoledor, pero era inevitable eludir esa idea, nuestro dominio mental de la situación estaba a punto de quebrar y eso aumentaba el peso sobre nuestros hombros cansados.
No habían muchos indicadores para saber si deberíamos seguir por ahi. Subíamos, subíamos mientras nuestro sudor bajaba por los contornos de nuestro cuerpo hasta llegar al polvoriento sendero . Llegamos al filo, vimos un sendero más transitado, visible que coincidía con el rumbo. Dejamos de subir y de repente aparece el indicio que esperábamos, ¨la laguna¨, llegamos al esperado estanque que nos indicaba la mitad del camino, felizmente estábamos muy adelantados, la decisión fue la correcta y los ánimos del grupo aparecieron nuevamente potenciados frente a la posibilidad de un casi rescate de nuestro amigo Armando, quien nos esperaría en la bajada de San Lorenzo con alguna sorpresa comestible y algo para beber. El sendero se transformó en un camino horizontal que nos metía en las Yungas Salteñas, seguimos por el filo viendo las copas de los árboles, caminamos con alegría fantaseando con lo que Armando nos traería para comer, era evidente la necesidad de ingerir algo distinto, de disfrutar de un descanso, de un final....el cuerpo estaba cansado, sediento, dolorido, hambriento, quería llegar y lo demostraba en cada descanso, cada vez llevaba más trabajo levantarnos del suelo, evidentemente se estaba entregando por adelantado al final esperado….El grupo se separó brevemente en la bajada hacia la quebrada, el entusiasmo por encontrar al salteño acelero nuestro pasos y comenzamos a fluir en el camino, los pies se doblaban, las ramas nos raspaban pero nada importaba….a unos minutos de  llegar aparece Armando, un genio de los genios con su mochila dispuesto a rescatarnos de nuestra hambruna sacando de la misma su equipo de rescate; empanadas y coca cola!!!...un manjar en las Yungas Salteñas, una fiesta en el sendero a San Lorenzo que termino en agradecimientos, halagos y más agradecimientos por la acertada elección de nuestro rescatista que se tomó el día para caminar por sus montañas queridas!!!...con el sabor de las empanadas volvimos a caminar rumbo a San Lorenzo. No completamente satisfechos frente a la panzada que nos dimos seguimos caminando esta vez pensando en la cena, asado, empanadas, cerveza vino, etc. todo lo que se podía comprar pasaba por nuestras mentes.
El final de la travesía estaba a unos minutos y la carga emocional se venía asomando con la llegada a la civilización. Al fin estábamos en San Lorenzo, al fin más de uno de nosotros hacia realidad su sueño de realizarse, de vivir la montaña, de experimentar una aventura superadora, de tomar el riesgo frente a lo desconocido, controlar sus miedos y vivir cada instante con la entrega que la situación requiera….aprender, entender que dentro nuestro estaba todo lo que necesitamos para superar estos 72km en la Puna Salteña, que el ¨sí puedo¨ es más firme si lo hago con un compañero, con un equipo, convencido, con deseo de superarlo, de quererlo, de alcanzarlo…todo absolutamente todo dependió de nosotros, sentirnos realizados por lo vivido en estos cuatro días será una sensación que no debemos olvidar, lo que hicieron, lo compartido, lo superado, los instantes de felicidad, de incertidumbre es algo que no vamos a olvidar.

…no podemos pretender tener éxito del principio, muchas veces en la vida rezamos y esperamos que se nos den las cosas, nos conformamos!, nada está hecho, nada es imposible, ni siquiera lo imposible…todo depende de nuestra voluntad, de esa fuerza que tenemos adentro de decir ¨sí puedo¨ a cada desafío, tenemos el poder cuando estamos convencidos, cuando estamos decididos, cuando de verdad queremos algo…(Tintin Vizentin)
Gracias por la voluntad que le pusieron!




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